Daniel Craig interpreta a un ingenioso y refinado detective que no descansará hasta descubrir al autor de un crimen. Foto: imdb.com
Daniel Craig regresa a la pantalla para involucrarse en un misterioso crimen, pero esta vez no lo hará como el agente 007, sino como Benoit Blanc, un sagaz y peculiar detective privado, en la película ‘Knives Out’.
A primera vista, la cinta del director y guionista Rian Johnson parece una reiteración de los mecanismos, la estética y la narrativa de las novelas policíacas más tradicionales.
En un primer momento, Johnson pone a todos los personajes sobre el tablero y reúne a los Thrombey, una curiosa y disfuncional familia. Todos se encuentran en la vieja mansión renacentista del patriarca y famoso escritor de misterio Harlan Thrombey (Christopher Plummer), al cuidado de la enfermera Marta Cabrera (Ana de Armas), para celebrar su cumpleaños número 85.
A la mañana siguiente, el anciano está sin vida, con una herida en el cuello y un cuchillo en la mano, en lo que parece ser un claro caso de suicidio.
El detective Benoit Blanc entra en escena y el director recurre a este personaje para dar inicio al juego de acertijos, separar a los personajes y reconstruir la escena del crimen a partir de una serie de relatos, en los que se van revelando contradicciones, intrigas y oscuros intereses familiares.
Con su actuación, Craig evoca la elegancia, refinamiento y astucia del Hercule Poirot de Agatha Christie y ofrece, desde la parodia al propio James Bond, dos versiones de un mismo personaje.
El director lleva el homenaje a los grandes relatos criminales y sus autores a su propio terreno, con diálogos ingeniosos, giros que no dejarán de sorprender hasta el final y personajes que rebasan la superficialidad para apropiarse de temas políticos y sociales contemporáneos.
En conjunto, Johnson reimagina el clásico relato del misterio sin resolver y lo refresca con un atractivo elenco de estrellas, un competente balance entre humor y suspenso y una aguda visión del entorno social y familiar del siglo XXI.
Las piezas del rompecabezas están tan bien repartidas que el espectador disfrutará intentando descifrar el entretenido enigma mientras saborea sus palomitas en la butaca.