El sombrero de paja toquilla estuvo entre las propuestas artesanales. Fotos: Lineida Castillo/EL COMERCIO
Es considerada una de las ferias de excelencia artesanal más importantes del país. La novedad en el Festival de Artesanías de América, que se realizó la semana pasada en Cuenca, fue la presencia de los pueblos Chachi y Tsáchila y el intercambio de experiencias entre los productores.
El festival se realiza cada noviembre, por la independencia de Cuenca, y está a cargo del Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (Cidap). Este año hubo 84 artesanos ecuatorianos y 20 extranjeros (argentinos, uruguayos, paraguayos, colombianos, chilenos, venezolanos y peruanos).
En el Barranco del río Tomebamba se exhibió la diversidad artesanal en cerámica, madera, cuero, papel, fibras vegetales, joyería, metal, textiles… Pero también se mostró la riqueza cultural de los pueblos originarios y hubo ruedas de negocios, talleres y capacitaciones.
La Asociación Buudi Miñu Katasai, que agrupa a 20 mujeres de la etnia Chachi, del cantón Eloy Alfaro (Esmeraldas), presentó 2 000 piezas en paja toquilla, chocolatillo, bejuco, timbura, mate y otras fibras.
Las técnicas ancestrales utilizadas en la elaboración de paneras, canastas, floreros, carteras, sombreros… llamaron la atención de artesanos cuencanos, como Teresa Guamán, quien produce objetos utilitarios en duda y carrizo. Ella intercambió conocimientos con María Pianchiche, de 56 años, sobre las formas y diseños de las piezas chachis.
“Esingenioso cómo consiguen que estos tejidos se doblen y alcancen mayor o menor tamaño”, dijo Guamán.
Este fue uno de los estands más visitados y de mayor venta. Las cuatro indígenas chachis lucieron su atuendo típico y entre ellas hablaban en su lengua nativa, el chapalá.
Hasta el cuarto día vendieron más de 1 500 de las 2 000 piezas traídas. La coordinadora del grupo, Marjorie Añapa, dijo que es la segunda vez que participan en este festival, el que aprovecharon para nutrirse de los conocimientos de la artesana chilena María Zabala.
En este caso, más que la técnica utilizada, les interesó conocer sobre el sistema de asociatividad, etapas de producción, imagen de los productos y el manejo financiero, para mejorar todos los procesos, dijo Pianchiche. “Esta feria sirve para relacionarnos y conocer las experiencias de otros”.
En cambio, la cuencana Liara Barco, de 23 años, ofertó figuras finas elaboradas en papel, como títeres, chacanas (cruz andina), máscaras, entre otros objetos. Ella intercambió conocimientos con el argentino Hernán Lira, quien elabora juguetes artesanales en madera. “Es muy bueno conocer experiencias exitosas”.
Los tsáchilas llegaron con bisutería en semillas de plantas, como la palma real, ojo de venado, choloni, bambú…
En cambio, Manuel Toaquiza, de Pujilí, ofreció las máscaras de la fiesta de la Diablada de Píllaro y la Asociación Chorrera Mirador Alto de Chimborazo los tejidos en lana de alpaca.
Entreel 2 y el 4 de este mes, el Cidap desarrolló una jornada de intercambio de experiencias y capacitación entre 30 artesanos nacionales y cuatro extranjeros, que no alcanzaron a participar como expositores, pero que tenían un alto nivel de excelencia para postular para las próximas ediciones.
Ellos visitaron y compartieron una jornada de trabajo en el taller de cerámica del cuencano Iván Encalada, ubicado en el tradicional barrio de la Convención del 45. El ceramista les enseñó cómo organizar un taller artesanal, las etapas de producción, cómo elaborar las piezas y todos experimentaron el proceso de moldeado.
También, hubo talleres con docentes de las universidades de Cuenca y del Azuay sobre diseño artesanal, innovación, rediseño, comercialización, producción, marketing artesanal, empacado, etiquetado y asociatividad.
Según Norma Contreras, coordinadora del festival, la meta fue mejorar la producción artesanal. Ella agregó que estos aprendizajes mejoran el proceso de presentación del producto y posibilitan la participación en futuros festivales.
Los expositores de este espacio pasan por un proceso de revisión de sus procesos desde la elaboración de su artesanía con el uso de técnicas ancestrales, hasta el empaquetado para la venta al público.
Los artesanos plasman la identidad de los pueblos y potencian el desarrollo artesanal de excelencia. Son artesanos que han ganado premios en sus países, dijo el director ejecutivo del Cidap, Fausto Ordóñez.