La inclusión educativa en escuelas regulares avanza

Las escuelas ordinarias tienen un porcentaje alto de inclusión; sin embargo, su infraestructura aún no es adecuada para atender a todas las personas. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO

Las escuelas ordinarias tienen un porcentaje alto de inclusión; sin embargo, su infraestructura aún no es adecuada para atender a todas las personas. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO

Las escuelas ordinarias tienen un porcentaje alto de inclusión; sin embargo, su infraestructura aún no es adecuada para atender a todas las personas. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO

15 158 estudiantes con discapacidad estudian en escuelas regulares. En el 2007 apenas eran 9 326 personas.

A pesar de que se ha avanzando significativamente en la inclusión, aún falta mucho por hacer para lograr una convivencia normal de los niños en las escuelas. Los pequeños que padecen algún tipo de discapacidad deben afrontar algunos obstáculos en la movilidad, el acceso a las instalaciones y a las baterías sanitarias.

Sin embargo, para los padres de los niños con discapacidad es importante que sus hijos se relacionen e interactúen con otros niños que no sufran estos problemas. La razón: este ambiente mejora su lenguaje, su motricidad y les permite sentirse integrados.

Los padres de Karina P., quien tiene 70% de discapacidad intelectual, optaron por matricularla en la Escuela Daniel Enrique Proaño, ubicada en el norte de Quito.

Allí ella es una niña más. Sus amigos le ayudan en las clases y juegan con ella como si no existiera una discapacidad.

Sin embargo, esta realidad era distinta hace dos años. Por miedo a que su pequeña fuera discriminada o no pudiera aprender de forma adecuada, sus padres la inscribieron en una institución de educación especial. Su papá, Carlos P., vio que la niña no recibía una estimulación correcta y tampoco recibía las mismas materias que el resto de niños, lo que mermó sus habilidades psicomotrices y de interrelación con personas de su edad.

En la capital, 42 escuelas reciben a 1 284 niños con discapacidad. A esto se suman los 14 centros educativos especiales.

La Ley Orgánica de Educación Intercultural en el artículo 47 establece: “El Estado ecuatoriano garantizará la inclusión e integración de las personas con discapacidad”.

Esto significa que las escuelas y colegios “están obligados a recibir a las personas con discapacidad, a crear los apoyos y adaptaciones físicas, curriculares y de promoción adecuadas a sus necesidades; y a procurar la capacitación del docente”.

Sin embargo, esta norma todavía no se ha podido aplicar al 100%, por la falta de infraestructura y de docentes especializados en formación especial.

Andrés M. tiene 18 años y discapacidad auditiva. Una enfermedad extraña le causó un problema de audición y a los 3 años dejó de escuchar.

En el 2011 sus padres se trasladaron desde Manabí a Quito para buscar una escuela para que Andrés se educara. Estuvo dos años en una institución regular pero ningún profesor pudo enseñarle, porque no sabían cómo comunicarse con él. Esta falencia obligó a que sea cambiado de escuela. Recién a los 14 años ingresó al Instituto Enriqueta Santillán (en la Mena Dos, sur de Quito) donde se relacionó con personas con su misma discapacidad. Ahora Andrés cursa el séptimo de básica y se comunica perfectamente con lenguaje de señas.

Precisamente este es uno de los mayores problemas que tiene la educación regular, por la falta de maestros que dominen el lenguaje de señas.

Para ello, el Ministerio de Educación busca alternativas para cubrir estas falencias. Una de ellas es que los padres que tengan hijos con discapacidad auditiva o hermanos que sepan lengua de señas, sean evaluados y certificados para enseñar esta materia.

Esto les permitirá capacitar a maestros y además servir como intérpretes en las clases, para que los niños sordos puedan acudir a escuelas regulares y no a centros especiales.

En el Instituto de Educación Formal José Martí, ubicado en el Itchimbía, se han formado alrededor de 400 niños con discapacidad desde el 2001. Al instituto llegan pequeños con síndrome de Down, parálisis cerebral, discapacidad física, auditiva e intelectual. No obstante, Nelly Miño, rectora de la institución, dice que la escuela requiere rampas, barras de apoyo, tecnología y capacitación para atender a estas personas.

En ese sentido, la Cartera de Estado planea intervenir en mejoras a la infraestructura y en formación docente, en 140 instituciones a escala nacional.

La idea es que para el siguiente año lectivo, los niños con discapacidad ya cuenten con espacios y materiales adecuados para su desarrollo y educación.

Además, se plantea ampliar la inclusión, para que todos los niños puedan asistir a escuelas regulares. Sin embargo, no se descuidarán los centros especiales que ya funcionan.

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