Piso de la parada Seminario Mayor de la MetrovÃa. A la derecha, caminadora en el parque La Carolina.
Miles de personas viajan a diario entre distintos puntos de la ciudad para llegar a sus trabajos, centros de estudio o viviendas.
En el camino se cruzan con incontables objetos al servicio del público y, aunque las usan constantemente, no se detienen a mirar las huellas que dejan en ellas.
Son objetos comunes que de tanto uso se desgastan con rapidez. No importa las veces que sean reemplazados, su apariencia es vieja una y otra vez.
Durante dos semanas, me detuve a mirar esos cambios palpables pero a la vez imperceptibles para la mayorÃa.
Pulsador para cruce peatonal en las avs. 6 de Diciembre y Patria.
Las huellas del desgaste se notan; por ejemplo, en un bebedero que se utiliza especialmente en las horas más calurosas en Quito. O al accionar el semáforo para cruzar por una vÃa transitada.
La pintura y los mecanismos cambian con cada uso y se desgastan poco a poco. Lo mismo ocurre con el monedero para pagar el pasaje de transporte municipal o el piso por el que a diario miles de pasajeros caminan presurosos para llegar a sus destinos.
Los cambios también se ven en los parques, en donde juegos infantiles y aparatos para hacer ejercicios pasan de ser objetos brillantes y coloridos a opacos y descascarados.
Caseta de cobros de la parada La Paz de la EcovÃa.
Pulsador del bebedero de agua de la Plaza Grande.
Monedero de la parada La Paz de la EcovÃa.