El Parque Nacional Galápagos mantiene un monitoreo de estos animales en las islas. Foto: EFE
El cambio climático está provocando que los animales cambien sus características y su comportamiento para adaptarse a las nuevas condiciones ambientales
El cambio climático está provocando que las especies modifiquen sus características y comportamientos para sobrevivir a las nuevas condiciones ambientales. Las iguanas marinas de Galápagos son un ejemplo de la forma en la que los animales recurren a cambios extremos para adaptarse a estas dinámicas.
Juan Manuel Guayasamín, profesor de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), explica que esta especie lleva a cabo un proceso que no se ha visto en otros vertebrados. Estos animales logran disminuir el tamaño de su cuerpo para sobrevivir durante los períodos de escasez de alimentos.
Durante el fenómeno de El Niño, la temperatura del agua aumenta y las algas, que son la comida de las iguanas marinas, empiezan a disminuir. Esto provoca que los especímenes reduzcan el tamaño de sus huesos en un 20%. A través de este proceso logran suplir la deficiencia de alimentos que existe en esos períodos.
Guayasamín la define como una adaptación muy particular. Una vez que las condiciones del ecosistema vuelven a la normalidad, los animales recuperan su tamaño original. Esto se puede convertir en un comportamiento cada vez más frecuente debido al aumento de los efectos del cambio climático y del calentamiento de los océanos.
El investigador de la USFQ explica que estas modificaciones son extremas y conllevan a un estrés fisiológico alto para estos animales. Si se convierte en una práctica más frecuente, las iguanas marinas podrían sufrir consecuencias.
Según el Parque Nacional Galápagos, durante eventos de El Niño, las poblaciones de este espécimen decrecen y su promedio de recuperación demora entre cuatro y cinco años. Actualmente, se está desarrollando un plan de adaptación al cambio climático que incluye a todas las especies afectadas con el calentamiento global y el fenómeno El Niño. Además, periódicamente se realizan monitoreos y censos para determinar el estado de salud de las principales poblaciones de iguanas marinas.
Guayasamín dice que a diferencia de las especies terrestres, el informe de los comportamientos de las especies marinas en respuesta al cambio climático no está tan estudiado en el mundo.
En el caso de las especies terrestres, las adaptaciones a los cambios del clima se relacionan con una modificación en su rango de distribución. Estas se dirigen a sitios más altos, donde la temperatura es óptima para que puedan desarrollarse y sobrevivir.
En otras zonas del país, como los bosques tropicales, se prevé que los animales también modificarán sus comportamientos. Un estudio realizado por la investigadora Claudia Hermes y coescrito por Gernot Segelbacher y Martin Schaefer, director Ejecutivo de la fundación Jocotoco, demuestra que es necesario extender las zonas protegidas a mayores altitudes.
La investigación revela que el perico de orcés, que habita en la reserva Buenaventura de la fundación Jocotoco, se movilizará 250 metros más arriba. Esta ave, que actualmente está amenazada, en el futuro tendrá que ocupar un área que ya se encuentra deforestada.
Según Hermes, la herramienta que se desarrolló en este estudio permite que se pueda empezar a tomar medidas de conservación para restaurar estos bosques y asegurar que esta ave pueda tener un hogar en el futuro.