Gustavo Santaolalla se presentó el pasado viernes 21 de septiembre de 2018 en el Teatro Capitol de Quito. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Rock, baladas, blues, progresiones, películas y videojuegos estuvieron presentes en la presentación en vivo del compositor argentino Gustavo Santaolalla en el Teatro Capitol de Quito. El músico repasó 50 años de su trayectoria con casi una treitena de canciones, dentro de las cuales inclusive tocó Nuestro Juramento de Julio Jaramillo, en un emotivo e íntimo show que se llevó a cabo la noche del viernes 21 de septiembre del 2018.
El concierto fue abierto por el músico ecuatoriano Mateo Kingman, que hace fusión entre música electrónica, hip-hop y elementos amazónicos. Dentro de su repertorio estuvieron Virgen de la Madrugada (de Chancha Vía Circuito), Sendero del Monte, Respira y Lluvia.
En el show de Gustavo Santaolalla había un sinnúmero de instrumentos, aunque solo cinco músicos acompañándolo. Distintos tipos de guitarras, cello, contrabajo, violín, viola, un vibráfono, varios teclados y sintetizadores, flautas, bajo eléctrico y, por supuesto, no podían faltar los charangos y el emblemático ronroco del doble ganador del Oscar.
El espectáculo se inició con uno de los temas recientes de su álbum de solista ‘Raconto’, Abre Tu Mente. Continuó ¿Quién es la Chica?, con un solo del violinista Javier Casalla, la intensidad de la canción fue decreciendo hasta desvanecerse. Después, Santaolalla volvió a sus orígenes con un tema de Arco Iris. Y una Flor (El Pastito) fue el tema que ofreció un viaje al Buenos Aires de finales de la década de 1960.
Un cambio brusco hacia un estilo de rock progresivo se vivió cuando la banda tocó Camino. Las variaciones en el tempo hicieron de esta canción una interpretación muy dinámica, con un admirable solo de flauta por parte de Javier Casalla. Después, el músico llevó al público del teatro a los años 90, con su tema Un Poquito de tu Amor.
Con una apertura calmada y constante comenzaba Vasudeva, un tema de ‘Arco Iris’ con el cual Santaolalla intentó llevar al público a esa era en la que vivió en comunidad, fue vegetariano y célibe durante un periodo de tiempo. Después del inicio, un redoble de la batería comenzó a marcar un nuevo ritmo. El tema que siguió fue Samba y, posteriormente en Quiero Llegar, destacaron los solos en los teclados y en el violín, así como uno de guitarra eléctrica que hizo el propio músico.
La calma volvió con Compañeros del Sendero, que forma parte del último trabajo discográfico del artista. Dentro de las creaciones de ‘Raconto’, la banda también tocó Canción de Cuna para un Niño Astronauta, un tema que rememora la nostalgia de los sueños espaciales de un pequeño Santaolalla. Su quiebre progresivo y el fraseo de la batería destacaron en esta interpretación. Con Río de las Penas, el compositor llevó al público a la década de 1980.
Al regresar de un receso, Santaolalla tomó su guitarra eléctrica y comenzó a tocar el tema de apertura del álbum realizado para ‘Diarios de Motocicleta’, un rock con toques sinfónicos. Antes de No Existe Fuerza en el Mundo, el artista se tomó un minuto para mencionar su apoyo a la causa feminista.
En A Solas, el violinista y flautista Javier Casalla destacó esta vez con un solo de guitarra eléctrica. Después siguió Todo Vale, un blues con un uso de teclados y sintetizadores que le dan un aire de soul al tema. Con Paraíso Sideral, todo el Teatro fue envuelto en un aire místico.
Santaolalla sorprendió a su público cuando sacó su ronroco y comenzó a tocar Nuestro Juramento de Julio Jaramillo que, según contó, era una canción que había aprendido esa misma tarde. El músico no se quitó el ronroco de sus faldas y continuó con De Ushuaia a la Quiaca, otro tema compuesto para ‘Diarios de Motocicleta’.
Santaolalla quiso llegar a su público más joven con The Last Of Us, parte del ‘soundtrack’ compuesto por el para el videojuego homónimo. Le siguió el tema Brokeback Mountain de ‘Secreto en la Montaña’, con el cual ganó uno de sus Oscar. Siguió con Hasta el Día en que Vuelvas.
Volvió a sus orígenes con uno de los mayores éxitos que el músico logró con la banda Arco Iris, Mañana Campestre. El violinista destacó con un solo de violín jazzero al estilo de Stephane Grappelli, que comenzó a intercalar con el tecladista Andrés Beeuwsaert. A este tema le siguió Vecinos.
Para finalizar, Gustavo Santaolalla puso a bailar a todos los presentes en al auditorio con una canción de Bajofondo Tango Club, un proyecto que mezcla tango con música electrónica y rock que el artista fundó en 2001 con un colectivo de músicos argentinos y uruguayos.