Álex Pina y Javier Gómez son guionistas invitados a la edición 2019 del Modelo de Mercado Audiovisual, organizado por la Universidad San Francisco. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Álex Pina (AP) es el creador, guionista y productor de ‘La casa de papel’, la serie española que estrena su tercera temporada el próximo 19 de julio. Javier Gómez (JG) ha puesto en pausa su oficio como periodista para dedicarse por completo al desarrollo de la serie de habla no inglesa más vista en Netflix como coordinador de guion. Ambos están de visita en Quito como invitados a la edición 2019 del Modelo de Mercado Audiovisual, organizado por la Universidad San Francisco, donde hablan sobre la nueva época dorada de la ficción televisiva y algunos detalles de la serie.
Cuando se inició como guionista por el año 97, ¿cómo veía a la TV en el mapa de la industria audiovisual y el entretenimiento?
AP: En esa época, las series eran el hermano menor del cine. Ahora mismo se ha dado la vuelta y el cine está en una situación diferente porque las pasiones que despiertan las series en el espectador son mucho mayores y este es un cambio fundamental en el modelo de la industria, pero además las plataformas han cambiado la forma de consumo. Antes el operador de cada cadena decía cómo y cuándo se veía y ahora lo decide el espectador.
Javier, ¿qué fue lo que le condujo al guion?
JG: Siempre tuve esa inquietud de escribir, primero narrativa, luego periodismo, porque era la puerta de entrada más sencilla. Al final todo se parece, pues se trata de contar historias, tener personajes, emocionar a la gente. Coger una abstracción, sea de la realidad o la ficción, y darle forma y después de varios años en televisión informativa escribí una novela que leyó Álex Pina y me dijo: por qué no pruebas. Lo hice, y vi que la máscara de Dalí pegaba mucho y me la puse a tiempo completo.
¿Qué tiene la TV que ha dejado de tener el cine?
JG: Vargas Llosa dijo en algún momento que las dos obras narrativas más poderosas del siglo XXI eran ‘The Wire’ y ‘Los Soprano’. Creo que la ambición que plantea una serie con todos sus minutos es mayor que la que permite el cine.
¿Qué lugar ocupa Iberoamérica en el mapa de la industria, tras el éxito de ‘La casa de papel’?
AP: Hay un momento que es irreversible en el que las plataformas se han dado cuenta de que hay 350 millones de hispanohablantes que son parte de una demanda con características propias como es la ficción latina, más emocional, más lúdica y hedonista.
¿Hasta dónde será posible extender la serie?
AP: Como dice Diego Simeone: partido a partido. No sé hasta qué temporada se puede extender. Hemos hecho una nueva temporada de ocho capítulos pero creo que hay algo más que contar a día de hoy y en el entorno en el que vamos a ingresar.
La canción Bella Ciao se ha convertido en un himno ¿La volveremos a escuchar próximamente?
AP: Se ha convertido en el himno de la serie y ahora mismo no puedo hablar sobre eso pero en algún momento yo creo que la escucharemos.
¿Cómo han procesado los alcances de una ficción que se ha permeado en la vida cotidiana?
JG: A boca abierta. Vemos que en Arabia Saudita había un graderío entero con gente usando la máscara de Dalí y en el Carnaval de Río hubo gente disfrazada como los personajes. Todo eso nos dice que la serie ha llegado a mover la fibra emocional de la gente, que se siente identificada y eso es muy bonito.
AP: De pronto que la iconografía de la serie haya traspasado y haya barrido la iconografía de otras series más grandes es algo profundamente emocionante. Se ha generado un movimiento de culto que entretiene pero que además tiene ramificaciones casi ideológicas, de inconformismo social, que sintoniza con temas como feminismo o violencia de género. Es algo casi utópico y hay que celebrar que esté plantando cara a la ficción anglosajona.
¿Habrá un cambio de estilo en esta nueva etapa en la que desarrollan otras ficciones para Netflix?
AP: Ahora estamos explorando una vía y hay varios elementos que se repiten como la ambigüedad moral o la fragmentación temporal. Llegamos a hacer series que tienen un estilo muy definido con personajes muy singulares como Berlín, Denver o Tokio que jueguen con los límites de la transgresión. Creo que todavía nos queda tiempo para explorar y desarrollar ese estilo.
¿Hay límites en la libertad creativa?
JG: Es importante que la libertad no te lleve a perder el tono. Es como la libertad de la cometa, hay que estar sujeto a un hilo conductor y moverte en esa línea. Trabajas en libertad una vez que has entrado en ese universo demarcado por ciertas líneas narrativas.