El término ‘Ginks’ agrupa a las personas entre 18 y 43 años que han decidido no ser padres como una forma de aportar a la conservación. Fotos: cortesía y Patricio Terán/ EL COMERCIO.
No tener hijos para algunas personas se ha convertido en un sinónimo de cuidar el planeta. Ante un mundo que cada vez cuenta con más habitantes y menos recursos naturales, evitar su descendencia es parte de sus actividades para conservar los ecosistemas.
A sus 29 años, Shady Heredia se mantiene con la decisión que tomó a los 27. Aunque las dudas de traer un hijo al mundo siempre estuvieron en su cabeza, se ratificó en su postura al empezar a trabajar como veterinaria de fauna silvestre y en proyectos de conservación.
Este tema también ya lo ha conversado con su pareja, por lo que optó por colocarse un implante anticonceptivo para evitar un embarazo, por lo menos, en los próximos cinco años.
Sus preocupaciones se relacionan con las consecuencias que traería una nueva persona a la Tierra. Cada habitante del planeta necesita y utiliza recursos que son finitos. La existencia de uno más significa que va a requerir más implementos para su educación, vestimenta y alimentación a lo largo de su vida, dice Heredia.
Shady Heredia es veterinaria y actualmente trabaja con especies de vida silvestre en el zoológico de Quito. Foto: Patricio Terán/ EL COMERCIO.
Este año, por ejemplo, el Día Mundial del Sobregiro llegó cinco días antes en comparación al 2017. El 1 de agosto, la humanidad ya se terminó los recursos naturales que se supone deben durar para todo el año y empezó a vivir en deuda con el planeta.
La organización Global Footprint Network, que se encarga de hacer este cálculo, afirma que este es un indicador de la presión que la humanidad y sus actividades están ejerciendo sobre los recursos naturales. Según GFN, se requerirían el equivalente a 1,7 planetas Tierra para abastecer las necesidades humanas actuales.
Otras investigaciones muestran que el evitar tener descendencia es uno de los principales aportes para combatir el cambio climático. Un artículo publicado en la revista Environmental Research Letters, revela que no tener un hijo ahorra al mundo 58,6 toneladas de dióxido de carbono (CO2) y pone a esta actividad como la principal forma de evitar gases de efecto invernadero, seguida de no utilizar vehículo y evitar comer carne.
“Si no fuéramos tantos y si los recursos no estuvieran al punto del colapso, tal vez lo pensaría”, dice la activista Cristina Cely sobre la maternidad. Hace cuatro años también decidió que no tendría hijos, no porque no quiera, sino porque cree que es lo mejor.
Sus motivaciones se basan en los daños ambientales, en el resto de seres que ya está en el planeta y por el respeto a la persona que traería. Aunque su familia siempre quiso que tenga al menos un bebé, es una opción que ya no considera a sus 40 años. Su vida se enfoca en salvar a las especies a través de su trabajo con organizaciones nacionales y extranjeras.
Cristina Cely es parte del Movimiento Animalista Nacional. Es activista por los derechos de la naturaleza y vegana. Foto: cortesía Cristina Cely.
Aunque para ambas aún no existe mucha consciencia sobre este tema, alrededor del mundo este es un mensaje que cobra fuerza sobre todo en las personas entre 18 y 43 años. En otras zonas del mundo, incluso se los conoce ahora como ‘Ginks’ (‘Green Inclinations, No Kids’). Sus inclinaciones hacen que vean a la maternidad como algo no sustentable para el mundo.
Verónica Enríquez Ruiz dice que esta práctica es parte de todo un estilo de vida más consciente con el ambiente. Esta joven de 30 años recicla, no consume productos en empaques plásticos, come carne una vez al mes, no utiliza vehículo y es amante de la bicicleta.
A esto se suma su convicción de no tener hijos, algo que decidió a sus 22. Ahora, ocho años después, se mantiene en su postura. Si algún día cambia de opinión, aunque no lo cree, su idea es criar a una persona “que sea consciente de los problemas ambientales” y tenga un estilo de vida respetuoso con el ambiente. Para Heredia la única opción que consideraría es la adopción.
Verónica Enríquez Ruiz se dedica a la comunicación enfocada en temas ambientales. Promueve el uso de la bicicleta. Foto: cortesía Verónica Enríquez Ruiz.