Gabriel Karolys muestra su mundo onírico y cósmico

La exposición ‘Espacios Lumínicos’ se exhibe en el Museo Camilo Egas hasta el 25 de abril. Foto: Tomada de la cuenta Twitter Cultura EC

Hace 15 años, Gabriel Karolys (Quito, 1952) conoció a un taita, de una comunidad indígena, que se convirtió en el guía de su primer viaje astral. Desde aquella experiencia, se empeñó en que su trabajo pictórico dé cuenta de las conexiones que los seres humanos pueden alcanzar con lo mágico y lo sagrado.
Este ejercicio de intentar materializar lo invisible en un lienzo se puede observar en la serie de obras abstractas que pintó a lo largo del 2020, en su taller de Sangolquí. Los cuadros son parte de la muestra ‘Espacios Lumínicos’, que se exhibe en el Museo Camilo Egas, desde el 6 de marzo.
Karolys cuenta que la propuesta pictórica en obras como Reflejos Astrales, Semillas Cósmicas, Confines, Levitación, Sueño o Torrente son el resultado de una reflexión que involucra su intención de establecer relaciones con lo cósmico y lo telúrico.
Para él, las obras que pinta en la actualidad son el resultado de un proceso personal, en el que ha intentado desprenderse de las ataduras del mundo físico, a través de una conexión más consciente con la naturaleza. “Con el paso del tiempo -dice- he aprendido que la naturaleza comunica estados del espíritu que están en comunión con el cosmos”.
En las obras que son parte de ‘Espacios Lumínicos’ mantiene intacta su pasión por los colores vivos. La cromática de estos cuadros está poblada de amarillos, rojos y azules intensos, una muestra de su gusto por los colores primarios que a su criterio son los más poderosos. “Lo primario siempre es lo más esencial de la vida”, añade.
Asimismo, en estas pinturas se puede ver la estrecha relación que tiene con el mundo onírico. Cuenta que los volcanes están entre sus sueños más frecuentes y que uno de los que más recuerda es sobre la erupción del volcán Cotopaxi. Para él, el mundo onírico también es otra forma de conexión con lo espiritual y lo cósmico.
Cuando comenzó a pintar, hacia finales de los años 70, su obra tenía un matiz más figurativo, cercano al expresionismo. Las temáticas que abordaba eran una crítica política y social frente a los acontecimientos que se vivían en América Latina. En los años 80, se dedicó a explorar la ritualidad, la fiesta y la mitología andina, desde sus orígenes precolombinos fusionando elementos de la religiosidad popular.
Sobre su trabajo de esos años, Hernán Rodríguez Castelo señaló que, en la segunda mitad de los ochenta, en su pintura se sentía una “seducción” telúrica. “Tierras, cielos y árboles, que poco a poco irán cobrando valores de símbolo. Pero seguían apareciendo figuras y trazos que apuntaban a un más allá de la naturaleza”.
Durante la década de los noventa exploró nuevos espacios, que lo orientaron hacia un mundo más intimista y filosófico. Para Karolys, lo importante de la evolución de su obra, a través del tiempo, es haber dado el paso para salir de lo físico y contactarse con el mundo de lo invisible. Ahora trabaja constantemente para intentar materializarlo.
En el Museo también se exhiben la obra ‘Warriors Guerreros’ (1959), pintada por Camilo Egas. Sobre esta obra, Karolys señala que muestra el talento que tuvo Egas para pasar de la figuración al mundo de la abstracción.
“Es uno de los pintores más importantes que ha tenido el país. En relación con sus obras abstractas creo que su trabajo fue un asunto más físico, en cambio yo me he despojado de lo físico para explorar otras posibilidades”, sostiene.