Quito reúne condiciones únicas para que la vida florezca de manera colorida, abundante, violenta y escondida. Volcanes, quebradas, lluvia y animales han forzado a las plantas a adaptarse a condiciones cambiantes.
Por ello, la flora quiteña alcanza números récord, con más 1 000 especies de plantas nativas, cada una de ellas con su
singular belleza.
Empecé una relación emocional muy intensa con las flores de Quito a través de la cámara fotográfica y el lente macro.
Debí orientar esfuerzos para mi investigación socioambiental en las quebradas de Quito, pero me distraje con las flores y sus detalles gracias a un libro que trabajamos junto a un grupo de colegas botánicas. El rito de la producción de fotografías me llevó semanalmente a distintos lugares de Quito, algunos de ellos muy visitados, como el parque Metropolitano Guangüiltagua, Toctiuco o algunas veredas. Siempre estuve acompañado por el perro Manchas, quien también se enamoró de esas flores, quizá porque ellas le brindaban paseos larguísimos.
Las plantas quiteñas son tímidas, sus flores son modestas, como queriendo esconder la gran belleza que atesoran. Parecería que no quieren que todo el mundo las vea, se guardan sus mejores secretos para un montón de bichos y colibríes que las polinizan.
Repetidamente transitamos junto a flores de potente belleza a las que no miramos en detalle; sin embargo, si dirigimos nuestro ojo de manera diferente, empezaremos a descubrir un mundo increíble de una estética feroz.
Los detalles y colores de la anatomía de las plantas quiteñas son escandalosamente hermosos.
Geometrías en patrones insólitos, espinos minúsculos pero dolorosos, formas desproporcionadas que se compenetran con otras formas en los animales… ofrecen un mundo para descubrir y fascinar a cualquiera.
Esas flores son también una opción práctica para decorar nuestra vida y la de la ciudad que las ve germinar en cada vez menos sitios.
No entendería mi vida sin tener la dicha de mirar las flores que hoy muestro en este fotoensayo.
Lo que decimos o hacemos como humanidad no es suficiente para dejar de perder biodiversidad, degradar a los bosques, páramos, manglares y océanos y arruinar los modos de vida de poblaciones humanas completas. La vida humana depende irremediablemente de la biodiversidad y de que los ecosistemas funcionen adecuadamente. Es importante salir de la matriz de ingresos, egresos y costos.