Lo femenino, desde lo íntimo y el debate público

Patricia León y Andrea Ramírez ganaron el concurso de la Casa de la Cultura del Guayas. Foto: Cortesía Fernando Parra - CCENG

Lo público y lo privado, el neoexpresionismo desbordado y un minimalismo conceptual, se enfrentan en las dos pinturas ganadoras del primer premio compartido del Salón de la Mujer 2020, dotado de USD 3 000; cuya inauguración fue postergada, por el coronavirus, para el próximo martes 10 de marzo de 2020.
Una obra explora “a la sociedad colapsando” en un momento particularmente violento contra la mujer, según las palabras de Fernando Naranjo, director de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo del Guayas (CCE-NG). En la otra destacó la austeridad, el absoluto ahorro de recursos, “que repara y busca trasladarnos a un asunto más bien íntimo”.
El jurado compartió el premio por voto de mayoría entre Patricia León Guerrero, por la obra Después de la marcha recoger los cuerpos (se refiere a marchas feministas y a los femicidios, según la autora) y Andrea Ramírez Cabrera, que retrata la intimidad del piso de su hogar en Retrato/baño.
Patricia es psicóloga clínica y cuenta con más de 25 años de trayectoria, proviene de una formación autodidacta, tuvo desde muy temprano a maestros de Bellas Artes, como Theo Constante o Alfredo Palacio. Viviana es fruto de la gran camada artística que surgió del Instituto Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE) y está a punto de graduarse de artes visuales de la Universidad de las Artes (UArtes).
Son dos artistas de generaciones y abordajes de la pintura muy distintos, aunque sus obras plantean guiños a la abstracción y están atravesadas por la conciencia de género.
Ramírez, quien trabaja también el bordado, comenzó a trabajar con los baños tras las labores domésticas a las que era conminada por su madre. Esa cotidianidad de los quehaceres salta a su obra. En Retrato/baño juega con el relieve, cortando y agregando recortes de tela sobre el lienzo que integran el pegue cuadriculado de las baldosas de baño, las manchas de agua y los motivos floreados de los azulejos del piso de su propia ducha.
León trabajó en acrílico sobre lienzo su obra en rojo sangre, que evoca a fardos de cuerpos y muerte, con el retrato de una mujer de expresión soñadora -y de lentes- como personaje principal. “Estaba pensando siempre en esta marcha global de las mujeres y tengo un largo tránsito de activismo contra la violencia, los primeros bocetos publicados los trabajé para las marchas de mujeres del 95”, contó León. “Una cosa es la euforia de la marcha, pero después me queda la sensación de estar recogiendo cadáveres, cuerpos de mujeres”.
La obra refiere a medio siglo de lucha de las mujeres, respecto de sus denuncias, la violencia, el femicidio. “Tiene que ver con amigas y seres cercanos que he perdido -dijo-; el trauma tan horrible que significa que nadie haga nada, acá puse toda mi furia, todo mi coraje, lo que tengo dentro que a veces no puedo hablar”.
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