Piezas icónicas son reinterpretadas por artistas modernos y contemporáneos en una muestra. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO.
Una figurina valdivia desnuda con su casco ancestral conduce una moto ninja en una colorida escultura de barro de Mario Sánchez, con el cabello suelto al aire, como si estuviera extendido hacia atrás por el viento de la carretera. También, los cuerpos de dos exuberantes valdivias sin brazos, con sus tocados o cascos y diminutos bikinis corren por la playa en un pequeño óleo sobre tela, del artista guayaquileño Jorge Velarde.
La escultura La Valdivia en moto, la libertad del pasado’y la pintura Bañista Nº 2 (2015) hacen parte de las más curiosas estampas contemporáneas de la exposición ‘La figurina Valdivia: el ícono americano de la revolución neolítica’.
La muestra pone en escena a 300 piezas arqueológicas del fondo del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC) en diálogo con una veintena de pinturas de artistas modernos y contemporáneos, provenientes de colecciones privadas, del fondo del propio museo y de otros repositorios culturales de la Costa.
Tanto el arte prehispánico como el moderno se centran en las piezas precolombinas modeladas en cerámica o talladas en piedra de la cultura Valdivia (3 800 al 1 800 años antes de Cristo), conocidas como Venus o figurinas valdivia.
El maestro guayaquileño Félix Aráuz presenta en Unidos madre y niño (1973) la silueta de un infante en brazos de alguien más grande, pero decenas de rostros oscuros y deformes rellenan esos contornos. Entre las piezas precolombinas se incluye a Venus similares con niños en los brazos.
Figurinas femeninas prehispánicas, masculinas, hermafodritas (con senos y bultos en el pubis), embarazadas, con dos cabezas y bifaciales (caras de ambos lados) se exhiben en las vitrinas. La mayoría representa a mujeres con evidencias de deformaciones craneanas, cascos y tocados.
Los tocados aluden al glande masculino, “a representaciones chamánicas y al tránsito de animales míticos de la selva húmeda” (sobre todo jaguar y águila arpía), según explica la artista plástica y arqueóloga Mariela García, curadora de la exposición. Ella exhibe una de sus obras plásticas inspiradas en el ícono estético y ritual de la cultura precolombina, la primera sociedad de agricultores y ceramistas del Ecuador.
La exhibición despliega los cambios formales, de estilos y de expresiones sexuadas a lo largo de 2 000 años de evolución de las figuras. Las Venus de Valdivia están asociadas sobre todo al culto a la fertilidad.
“La iconografía femenina en sus diversas variantes sexuales nos sugiere que la mujer asumió diversas actividades y tareas, tuvieron importancia social, ideológica y económica, fueron reconocidas y valoradas en esta sociedad neolítica”, apunta García.
La figurina está presente, según la curadora, en la vida diaria de la sociedad Valdivia; en áreas de actividades productivas como de fabricación de herramientas o de elaboración de alimentos. También lo está en enterramientos domésticos y como ofrenda -a modo de primera piedra-, en la base de los postes de las viviendas.