La clasificación a la que fueron sometidas 68 universidades, desde la categoría A hasta la E, originó que este semestre los estudiantes revisaran su decisión de dónde estudiar.
La consecuencia inmediata fue que las instituciones mejor evaluadas por el Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación (Conea) tuvieran más demanda.
Francisco Rodríguez, de 22 años, por ejemplo, decidió cambiarse de institución, cuando se enteró que la Universidad Cristiana Latinoamericana de Quito tiene calificación E. Ahí cursaba tercer semestre de Medicina.
El Conea recomendó que se depurara a 10 de los 26 centros que se encontraban en este grupo. Sin embargo, ese informe quedó sin efecto. Con la Ley de Educación Superior, que aún no se aprueba, las universidades de categoría E tienen 18 meses para volver a ser evaluadas.
Rodríguez no esperó a esta evaluación. Su padre le aconsejó que ingresara a la Universidad Central, que está en categoría A.
Hace dos años, Rodríguez ya rindió pruebas de ingreso en la Central, pero no aprobó y optó por la Cristiana Latinoamericana. Ahora, en la U. Central, tendrá que empezar de nuevo.
Esta universidad registra un aumento de estudiantes en facultades como Ciencias Químicas. En el 2009 ingresaron 90 estudiantes y en el ciclo 2010-2011 se matricularon 170. En Ciencias Administrativas hubo un incremento de 724 a 953 alumnos.
Una situación similar se da en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ). Diego Gabela, director de Admisiones, se reserva las cifras pero admite que hubo un incremento de la demanda.
Aclara que aunque existan más estudiantes interesados en ingresar, la USFQ tiene un cupo máximo de 5 000 estudiantes en 60 carreras de pregrado. “No queremos un número desmesurado de estudiantes, pero sí queremos ser consecuentes con la fórmula de calidad de la Universidad”.
En Cuenca, la demanda también superó la capacidad de los centros de educación superior. Respecto del año lectivo anterior, el incremento promedio fue del 20%, y en ciertas facultades bordeó el 200%. La Universidad de Cuenca, de categoría A, inscribió el año anterior a 18 000 postulantes para primer año, entre las 12 facultades (52 carreras), y solo recibió 3 800. Este año inscribió a 24 000 para un cupo de 4 000.
Medicina, Administración de Empresas, Jurisprudencia, Odontología, Ingeniería y Arquitectura siguen siendo las carreras más solicitadas. Para su rector, Jaime Astudillo, la demanda es incontrolable. Él atribuyó el incremento a la gratuidad y a la categoriza-ción del Conea.
En las categorías A y B están 20 de los 68 centros superiores del país. La Universidad de Cuenca y la Central de Quito escogen a sus alumnos mediante un examen de ingreso. Unos pasan a propedéutico y otros a primer año.
En la particular U. del Azuay ocurrió un fenómeno similar. Se inscribieron 2 340 para un cupo de 1 300, en las siete facultades.
Por ejemplo, en Medicina se postularon 300 y quedaron 45. Ahí hay más restricciones: propedéutico y evaluación.
Los alumnos favorecidos se presentaron a una prueba de admisión que determinó si era idóneo para esa carrera. Para su rector, Mario Jaramillo, la evaluación del Conea creó esa demanda. Entre la U. de Cuenca y la del Azuay, más de 21 000 jóvenes se quedaron sin matrícula.
En la U. Central de Quito, el excedente fue de 15 664 de un total de 24 518 inscritos. 3 254 estudiantes aprobaron para propedéutico y 5 600 a primer año.
Esa tendencia se comprueba en Guayaquil. Según Gustavo Tacle, de la Escuela Superior Politécnica del Litoral, 35 000 estudiantes de esa ciudad se quedaron sin matrícula el 2009.
Su colega de la Universidad nacional de Loja, Gustavo Villacís, contó que la sobredemanda de cupos les trajo problemas legales. Este año inscribieron a 4 000 estudiantes y aceptaron 2 000. 180 que no pudieron ingresar presentaron un reclamo ante la justicia ordinaria. 120 presentaron documentos y 60 fueron a juicio.
Villacís argumentó que sería irresponsable recibir esa demanda porque iría en desmedro de la calidad de la educación. Ellos escogieron a sus alumnos mediante una valoración académica.