Las comunidades cuidan los recursos hídricos a través de iniciativas como la reforestación. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
Unas 30 familias de Tabiazo, Tacole, Taquísquele, Tabante, Taquiama, Tanate, Tapegue y Diala facilitaron 400 hectáreas para reforestación, mediante la ejecución de dos proyectos.
Los planes fueron liderados por la Secretaría Nacional del Agua (Senagua) y el Ministerio del Ambiente (MAE), quienes organizaron a la población.
El propósito fue la restauración de las fuentes hídricas y lograr un equilibro del ecosistema, afectado por la deforestación y la sequía de los ríos, que impiden la siembra de productos de ciclo corto.
Con la Secretaría Nacional del Agua (Senagua) se invirtieron unos USD 50 000 para la reforestación de 400 hectáreas, en el 2011, con la siembra de chíparo, guayacán y cedro.
El chíparo se sembró en la margen de los afluentes, para evitar la erosión causada por el desbordamiento del río Teaone, que provocó inundaciones durante el invierno.
Con el Ministerio del Ambiente se convino para la reforestación de 100 hectáreas, con árboles de cedro y guayacán, en el 2014, con una inversión de más de USD 20 000, que permitió repoblar con árboles las zonas afectadas.
De acuerdo con técnicos del Ministerio del Ambiente, se sembraron 400 plantas por hectárea, es decir, unas 160 000 plántulas, de las cuales el 61% está en crecimiento; el resto se perdió debido a factores como falta de agua.
Los habitantes de las poblaciones entregaron sus tierras para la conservación del recurso bosque, como una alternativa para equilibrar la biósfera, debido a que la falta de árboles y plantas propiciaba que los animales se alejaran de la zona.
Júnior Bone, habitante de la población de Taripa, explica que antes se cazaban guantas, venados y tatabras para la alimentación de las familias, pero con la deforestación esas especies tienden a desaparecer.
En esta zona, un 60% de la población dejó la cacería. José Quintero, habitante de Tacole, es uno de los que dejó la caza de guantas con escopetas, hace 20 años, porque dice que estaba afectando a su entorno.
Con la reforestación no solo que se apuntala la conservación del recurso hídrico, sino también a devolver el hábitat de animales como el tigrillo, guanta, venado, saíno, tatabra, y otras especies de mamíferos.
Los habitantes de estas comunidades se han dedicado a la agricultura y ganadería. Allí, históricamente, se asentó la cultura Teaone, por eso los nombres de las pequeñas poblaciones con la letra T.
Actualmente, en esas tierras habitan familias de montuvios, mulatos y afros que se encargan de cuidar la tierra y el resto de bosque, algunos han apostado por las fincas turísticas.
Por eso, como parte de la conservación y ornato, se utilizan plantas decorativas en cercas de madera y jardines, que muestran el colorido de la naturaleza, con el ciclo de la polinización.
Segundo Bautista, habitante de Tacole, y Nicasio Véliz, morador de Taquísquele, explican que hay un proceso de concienciación entre los habitantes, para que se conserve lo que resta del bosque.
Eso implica charlas con los representantes del MAE y del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), en temas de conservación ambiental y la producción ganadera, con la siembra de pastizales.
De esta manera, los dueños de la tierra no solo viven allí, sino que se han vuelto custodios del área reforestada con árboles maderables, bajo la ayuda del MAE y Senagua.
Sobre la margen de los ríos Teaone y Tabiazo, zona rural del cantón Esmeraldas, ocho comunidades son parte de la reforestación con especies maderables.