El masivo desembarco de los superhéroes en las plataformas de ‘streaming’ en este año está convirtiendo a estos personajes en algo parecido a lo que puede verse en los supermercados con las cervezas artesanales o el café de pasar: hay tanta saturación, que todos ya parecen ser iguales.
La gracia de los superhéroes, la razón de su triunfo a pesar de los reparos de los intelectuales desde los años 30, está en que estos personajes de historieta (no de novelas, no de ensayos filosóficos, no de tesis de alto vuelo) han reflejado las cuestiones primordiales que el ser humano ha debido enfrentar.
Una de esas cuestiones tiene que ver con la violencia y los límites de su aplicación. Por eso, ha calado muy hondo en el público adulto la adaptación de ‘Invencible’, un cómic del 2003 que este primer semestre pudo verse en serie animada, producida por Maude Lewis para Prime Video.
Y aquí es necesario un paréntesis: ¿público adulto? Sí. Los superhéroes nacieron para los niños, pero los escritores reorientaron las historias debido a los cambios morales en la sociedad. Y eso necesita ponerlos en escenas más complejas que el asalto de un banco o un supervillano loco.
Si ‘The Boys’ (2019-2020, Prime Video) mostró sangrientamente cómo sería un mundo en que los superhéroes estuvieran al servicio de las corporaciones; ‘Invencible’, pese a su formato de dibujos animados de colores brillantes, no escatima hemoglobina y muerte para desarrollar un mundo en que un escogido se proclama defensor del planeta pero tiene en mente un plan diferente.
Tanto en ‘The Boys’ como ahora en ‘Invencible’, las historias secundarias giran en torno a un superhéroe similar a Superman en cuanto a sus habilidades. Pero, en este caso, no se trata de alguien altruista, sino de un personaje que no necesariamente hará lo correcto.
La masacre en el primer capítulo de ‘Invencible’ ha generado varios comentarios sobre la demolición del concepto del superhéroe, intención reforzada por las aventuras del protagonista Mark Grayson que, a lo largo de la serie de ocho episodios, aprende a golpes y decepciones que el maniqueísmo del bien y el mal no existe.
Por supuesto, los superhéroes son un género y deben cumplir con ciertos requisitos, como el de mirar a los clásicos. Y aquí, Grayson rinde honores al Spiderman que ya todos conocemos, con sus dilemas adolescentes pero no por eso menos vitales sobre sus estudios, sus amigos, su novia y su vocación. Al igual que en los clásicos, la pregunta es: ¿por qué cuidar a los demás?
Eso también se intenta contestar en ‘El legado de Júpiter’, serie de actores reales producida por Steven S. DeKnight para Netflix. El motor narrativo de esta adaptación del cómic del 2013, que también contiene escenas violentas, se enfoca en la herencia: ¿como hijo superdotado de un campeón de la justicia, estoy en la obligación de convertirme en héroe? ¿Estaré a la altura? ¿O tengo el derecho de elegir otro camino?
En otras palabras, tiene que ver con esa famosísima premisa de Spiderman que un concejal quiteño citó recientemente en una reunión oficial: un gran poder conlleva una responsabilidad.
‘Invencible’, que también aborda el tema del relevo generacional, ha sido mejor valorado por los críticos que ‘El legado de Júpiter’ debido a que su valor artístico no es tan refinado a pesar de que, otra vez, existe una relectura de Superman, en este caso, uno viejo que no logra conciliar su moral vintage con las nuevas miradas de la juventud.
En este año, también se ha visto el auge de las series basadas en el Universo Cinematográfico Marvel. Con las pantallas de cine apagadas por culpa de la pandemia, los esfuerzos de Disney se dirigieron a apuntalar su plataforma de descarga en línea, aunque ese siempre fue el plan y expandir ese universo, tal como se lo hace con la saga de Star Wars.
Menos violentos (es Disney, después de todo), el público vio en ‘WandaVision’, producida por Kevin Feige, una historia surrealista sobre un mundo ideal pero falsificado por el dolor de la pérdida.
Quizás la propuesta estética de esta serie sea la más ambiciosa, no solo de las series reseñadas en este texto, sino de todos los productos de Marvel. Los guiños a las series sesenteras como ‘Bewitched’ y su aparente estilo de comedia de situación fueron una original manera de plantear la unión de la mutante Bruja Escarlata y el robot Visión, uno de los relatos icónicos de las historietas de Marvel y que intenta abordar el tema de la felicidad.
Más apegada a los temas heroicos fue ‘Falcon y el Soldado del Invierno’, también producida por Kevin Feige, en que el mito del Capitán América (esencia del altruismo) sirve para plantear cómo se reinserta una persona al mundo real luego de una tragedia. Aunque también está el asunto racial en que un superhéroe afroestadounidense y quebrado financieramente se pregunta por qué debe luchar por un país que lo ha discriminado.
Tanto ‘WandaVision’ como ‘Falcon y el Soldado del Invierno’, a la larga, son un eslabón más no solo de un mastodóntico relato, sino también de una apuesta por el pujante negocio de la suscripción. Y pronto, el 9 de junio, se les unirá la serie ‘Loki’, con el foco en el medio hermano de Thor.
Seguirán llegando más relatos y más reflexiones sobre la condición humana con los superhéroes como vehículo de reflexión. Quizás nos hartemos de ellos. Por ahora, solo queda ponerse la capa.