El grupo expuso sobre el escenario su dominio interpretativo y de composición en el Teatro Variedades, en Quito.
La banda liderada por el franco-ecuatoriano Sven Pagot mostró la noche de ayer, sábado 29 de marzo, un repertorio que en más de una ocasión hizo levantar de sus asientos al público que asistió al espectáculo.
Desde el las butacas no faltó el baile y desde el escenario no faltó musicalidad, buen gusto y dominio escénico. Marcas de una agrupación que ha labrado su camino desde el 2001 aunque con una evolución que la ha alejado del jazz gitano de los primeros años y que se ha vuelto indefinible a propósito en su más reciente faceta.
Rock, punk, ska, melodías andinas, balcánicas, jazz, cumbia, salsa… todas ellas son parte de la visión musical de este ensamble que no le teme a la fusión en lo absoluto. El término más cercano para acercar al lector a la música que encontrará en ‘El Juego’, es el de la música progresiva y del mundo. Lo interesante de su versión de lo progresivo es que se juega con ritmos de figuras complicadas sin que esto entorpezca el disfrute y el baile del público acostumbrado a los compases convencionales. Eso es su mayor éxito desde la composición.
El disco del grupo cuenta con canciones inéditas (salvo por una revisión de un tema de Elkan Browning Cream) en donde se siente un trabajo de ensamble poderoso. Todos los instrumentos son protagónicos eventualmente, entablando diálogos melódicos y rítmicos tan complejos como divertidos. Quien escuche esta producción deberá estar dispuesto a dejar que los pies y las caderas se muevan involuntariamente al ritmo de uno de los grupos más interesantes del panormama alternativo del país.