La energía renovable se produce en centrales hidroeléctricas y parques eólicos y fotovoltaicos. Fotos: freepik.es
Una de las principales barreras para el crecimiento y masificación de las energías renovables (hidroeléctrica, fotovoltaica, eólica, biomasa) ha sido su costo y su competitividad en precios respecto a las fuentes de energía basadas en combustibles fósiles como el petróleo.
Sin embargo, en la última década el costo del kilovatio hora y de la construcción de estas fuentes renovables ha caído significativamente.
Esto, al punto que este año el consumo de energías ‘verdes’ cerrará con un incremento del 7%, de acuerdo con un reporte de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus cifras en inglés) publicado esta semana y recogido por Stanley Reed en el New York Times.
Estas cifras son muy alentadoras si se toman en cuenta al menos dos factores. En principio, que la demanda mundial de energía caerá este año en un 5% por los confinamientos aplicados en función de reducir el contagio del covid-19.
Este desempeño de la energía producida por centrales hidroeléctricas, fotovoltaicas y eólicas muestra que las fuentes renovables son “inmunes al covid”, declaró Fatih Birol, el director ejecutivo de la IEA.
Un segundo dato importante es que el crecimiento del uso de energías limpias se da en el contexto de una caída significativa de los precios del petróleo y otros combustibles fósiles como el gas o el carbón.
Históricamente, los precios bajos de los combustibles fósiles han desincentivado la construcción de parques fotovoltaicos o eólicos, y, más todavía, de centrales hidroeléctricas que demandan de una altísima inversión inicial, para producir energía barata y limpia.
Debido a la pandemia y a la caída de la demanda de combustibles, este año el barril de petróleo llegó a niveles negativos. Y la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA) estima que el 2020 cerrará con un barril de crudo tipo WTI (de referencia para el crudo ecuatoriano) en USD 38,96. Muy por debajo de los USD 56,99 del 2019.
Para el próximo año y con la llegada de la vacuna contra el nuevo coronavirus, la EIA espera que el barril del WTI promedie los USD 45,78.
Es decir, en medio de un año de precios más bajos de los combustibles fósiles, el consumo de energía renovable ha crecido. Además, se ha extendido la infraestructura que la produce en todo el mundo.
Las variables que han incidido en este aumento, según el análisis de Reed, es que distintos gobiernos en el planeta han aprobado y promovido políticas públicas que alientan estas inversiones, y crean un fuerte interés entre quienes quieren poner dinero en estos proyectos.
El reporte de la Agencia Internacional de Energía revela que este año la capacidad instalada para generar electricidad a partir del viento, el sol y el movimiento del agua creció un 4% en todo el planeta.
Esto, a pesar de las restricciones en la demanda de energía por los menores desplazamientos y el cierre de fábricas por el covid-19.
Y esta tendencia seguirá creciendo incluso con la llegada de la vacuna y la reactivación de varios sectores de la economía mundial que actualmente funcionan a menos del 50% de su capacidad como el transporte aéreo de pasajeros o el turismo y la hostelería.
El próximo año, la Agencia Internacional de la Energía proyecta un crecimiento del 10% del consumo energético de fuentes renovables.
Esto, por el permanente desarrollo de nuevos proyectos de este tipo y porque gobiernos en Europa y Asia están ansiosos de acelerar iniciativas que reduzcan la emisión de gases de efecto de invernadero y ayudar así a detener el cambio climático, justamente los beneficios de las energías renovables.
El reporte de la agencia proyecta que para el 2025, este tipo de energías, con un menor impacto ambiental, crecerá en un 50%, lo que en conjunto logrará superar el consumo de carbón, la mayor fuente de energía eléctrica en el mundo.
Pero de regreso al tema de los costos, las fuentes naturales fotovoltaicas, eólicas e hidráulicas son hoy más competitivas frente a los precios bajos de los combustible fósiles.
De acuerdo con un reporte del Foro Económico Mundial de mediados de este año, entre el 2010 y el 2019 ha habido una “caída dramática” de costos de las energías renovables. La energía producida a través de paneles solares ha visto reducir sus precios hasta en un 82%.
En cuanto a los proyectos eólicos que usan el poder del viento para generar energía, el costo de estos molinos gigantescos en tierra se redujo el 39%, mientras que su costo de operación en el océano bajó 29%.
Según el Foro Económico, las principales razones para esta reducción son las mejores tecnologías, la producción a gran escala y que los desarrolladores de las mismas han ganado cada vez más experiencia.
No obstante estas ventajas, aún hay características de estas energías que les quitan competitividad.
Por ejemplo, el alto costo de construir plantas hidroeléctricas que requieren fuertes inversiones iniciales, para lo cual muchos estados deben endeudarse.
Por otro lado, estas energías tienen limitaciones de confiabilidad. Es decir, un parque fotovoltaico no puede producir siempre porque no hay sol todo el día. Y en países con cuatro estaciones, las horas de sol aún son más limitadas. Similares limitaciones se presentan en los parques eólicos. No hay la misma fuerza del viento durante todo el año.
Por ello, a modo de respaldo, al tiempo que operan estas centrales, también deben construirse centrales termoeléctricas que consumirán gas o residuo de petróleo.