En la plaza central del barrio Danzapamba, los danzantes se reunieron para mostrar sus coreografías. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
La fiesta de Corpus Christi en Pujilí se cerró con el desfile de los danzantes autóctonos.El domingo ( 3 de junio del 2018) unos 300 bailarines llegaron de 20 comunidades indígenas vistiendo un traje blanco, decorado con elegantes bordados de colores y en compañía de bailarinas, priostes, alcaldes y otros personajes tradicionales .
Los penachos, que colocan sobre sus cabezas, son el accesorio más vistoso. Pesan entre 8 y 15 libras y se decoran con todo tipo de objetos brillantes y llamativos como espejos, perlas, juguetes de plástico, cintas de colores…
Los danzantes autóctonos también visten pecheras de espejos y una especie de colcha bordada con una variedad de hilos colores, que cuelgan en la base del cabezal.
Julián Tucumbi, fundador de uno de los grupos de danzantes más antiguos de Pujilí, Los Tucumbis de Cotopaxi, participó como cada año en el desfile del danzante autóctono.
A sus 76 años, Tucumbi es uno de los bailarines con más energía. Desde hace casi una década representa el papel del alcalde en el baile, viste un poncho rojo y lleva en su mano un bastón decorado con listones de varios colores.
“Antes bailaba como danzante, cuando era joven. Ahora soy el alcalde , el que marca el paso y anima al grupo a seguir bailando con fuerza hasta terminar el desfile”, dice Tucumbi.
Él cuenta que participa en el baile desde su infancia, cuando la fiesta se realizaba en la hacienda y todos los campesinos eran invitados al festejo.
Pero la tradición es más antigua y según el alcalde de Pujilí, Fernando Matute, tiene una historia de casi 500 años. “Estamos orgullosos de esta fiesta, proclamada Patrimonio Cultural Intangible de la Nación. Nos esforzamos por conservar la autenticidad de la fiesta”,
comenta Matute.
Para la cosmovisión andina, el danzante es un personaje ceremonial sagrado que, antes de la conquista española, solo aparecía durante los festejos y ceremonias más importantes, como el Inti Raymi. Pero luego con el mestizaje y las fiestas religiosas surgió un sincretismo.
Ahora, los danzantes siempre bailan en Pujilí 60 días después de la Semana Santa. Lo hacen en conmemoración del Corpus Christi o la temporada de Pentecostés, una celebración católica para recordar el cuerpo de Cristo.
En las comparsas intervienen varios personajes que cumplen roles diferentes en el festejo. A las mujeres que bailan con delantales bordados, chalinas de colores y trenzas decoradas con una gran cantidad de listones se les conoce como las ‘longas’.
Ellas ayudan a colocar los penachos de los danzantes y durante el recorrido obsequian frutas a la gente, como un símbolo de generosidad y agradecimiento por la abundancia de la cosecha.
En el desfile participan también los priostes. Ellos llevan un pedestal con decoraciones doradas y cintas en la parte superior, que simboliza su autoridad durante la fiesta. Mientras que los alcaldes o guioneros bailan al mismo paso del danzante, sirven copas de licor y jugos concentrados de panela para dar fuerza a los bailarines durante el recorrido.
La fiesta se terminó en Danzapamba, con el juego de los palos ensebados. Allí, los hombres más intrépidos subieron los maderos de hasta 30 metros para obtener premios.