Cuando era niño, a Jeffrey Dahmer le gustaba recoger animales muertos que encontraba junto a la carretera. Los llevaba a su casa y los abría para ver qué tenían dentro. Hasta ese momento nada presagiaba que años más tarde los cuerpos que se dedicaría a abrir no serían de roedores o zorrillos sino de seres humanos.
Según datos oficiales, Dahmer asesinó a 17 hombres. Desmembró a la mayoría de sus víctimas y con varias practicó necrofilia y canibalismo. Cuando la Policía lo arrestó, dentro de su refrigeradora había una cabeza humana, dos corazones y varios órganos sexuales masculinos. Asimismo, cinco cráneos y un tambor con tres torsos y otras partes humanas.
Las monstruosidades que cometió este hombre, conocido en la cultura popular como el ‘Caníbal de Milwaukee’, son contadas en ‘Dahmer’, un drama criminal biográfico protagonizado por Evan Peters, que en los últimos días se ha convertido en una de las producciones más vistas de Netflix.
Como sucede con otras historias de asesinos seriales de Estados Unidos que han sido llevadas al mundo de la televisión, la de Dahmer hace un repaso no solo por los crímenes que cometió sino que incluye referencias a sus años de infancia y juventud; a la relación que tenía con sus padres; y a parte del proceso judicial que, en su caso, terminó con una condena de 15 cadenas perpetuas.
Entre héroes y antihéroes
En lo que va del siglo XXI, la narrativa audiovisual que interesa a la mayoría de espectadores se ha movido de forma pendular entre la fascinación por las películas inspiradas en los héroes de Marvel y DC Comics y las películas, documentales y series dedicadas a contar la vida de asesinos seriales.
La serie sobre Dahmer no es la primera que logra captar la atención de millones de espectadores. En los últimos años se han popularizado historias sobre criminales como Ted Bundy que mató a 36 personas; John Wayne Gacy, que violó y asesinó a 33 jóvenes, la mayoría menores de edad; y Charles Manson conocido por liderar la secta La Familia Manson y acusado de siete asesinatos, entre ellos el de la actriz Sharon Tate.
Una de las preguntas que aparece en este contexto es a qué responde el morbo que hay por hurgar en la vida de los asesinos seriales. Para el sociólogo y criminólogo británico Scott Bonn, una de las posibles respuestas a está interrogante está en la catarsis.
En una entrevista para la BBC, Bonn afirmó que las historias de los asesinos en serie se convierten en una especie de purificación de lo peor de cada persona. “Un rayo para nuestros pensamientos más oscuros, como los comepecados de la época medieval que se llevaban los pecados de otros y al hacerlo, limpiaban la sociedad”.
Asumiendo que el ejercicio de “purificación” del que habla Bonn sea cierto, el problema está en la sobreexposición de la figura del asesino en el cine y la televisión.
En ese contexto, el riesgo está en que el espectador pierda su capacidad de asombro y repudio contra los crímenes cometidos por estos asesinos seriales. Peters, el actor que interpreta a Dahmer, ya pidió no romantizar a su personaje y recordó que el objetivo de esta serie es contar los crímenes que se cometieron desde la perspectiva de las víctimas que lo sufrieron.
Dahmer en la cultura popular
Las primeras producciones dedicadas a contar los asesinatos de Dahmer aparecieron en los años 90. Hasta la fecha se han estrenado una docena de películas, documentales y series. Asimismo, se han escrito varios libros.
Estos trabajos ha explorado distintos puntos de vista sobre sus crímenes, entre ellos el de sus padres, sus vecinos y hasta los policías involucrados en las investigaciones; todo para alimentar ese morbo que hay por los antihéroes del siglo XXI, los asesinos seriales.
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