Un viejo refrán dice que ‘el perro es el mejor amigo del hombre’ y en el caso de Manuel Illanes y ‘Canito’ este adagio se cumplió.
De acuerdo con el medio chileno El Mercurio, por estos días los familiares de Illanes recuerdan la amistad que tuvieron amo y mascota por más de 14 años.
En 2007, Manuel Illanes, un expolicía chileno, gozaba de las mieles de la jubilación, pero por aquel entonces no se imaginaba que un perro pudiera convertirse en una parte esencial de su vida.
Entonces pasó lo inesperado: Drágica Carrasco, esposa de Illanes, recibió un cachorro como regalo por parte de una de sus amigas.
Desde ese momento, Illanes y ‘Canito’ empezaron a construir una linda y perdurable amistad, la cual se mantuvo por más de una década.
Ellos compartían salidas a caminar, paseos y hasta los cumpleaños de los integrantes del núcleo familiar.
“A veces ‘Canito’ se quedaba mirando al papá durante diez o quince minutos sin despegarle los ojos. Sentía como una especie de fascinación por él”, afirmó Jeanette, hija de Illanes, en entrevista con el medio citado.
Pero no todo fue color de rosa para este maravilloso par de compinches.
Hace un par de años, Illanes fue diagnosticado con una enfermedad renal que fue deteriorando su estado de salud de forma progresiva.
Paralelamente, ‘Canito’ también empezó a presentar quebrantos de salud.
“(Canito) comenzó a retener líquidos y le hallaron una serie de patologías pulmonares y cardíacas”, puntualizó Jeanette.
La salud de Illanes y de su mascota siguió empeorando hasta que, por estos días, los dos partieron de este mundo.
El primero en morir fue Illanes y dos días después falleció ‘Canito’, toda una oda a la lealtad y al lazo de amistad que puede llegar a tener un ser humano con un animal.
“El perrito sabía lo que había pasado. Lo esperaba, daba vueltas afuera, iba y venía de un lado a otro, estaba muy inquieto. Al segundo día fui a la iglesia para el velatorio de mi padre y cuando volví ‘Canito’ estaba muerto. Cayó al lado de la reja que da a la calle”, puntualizó la hija de Illanes.
Tras esto, la familia tomó la decisión de velar a los dos en la Iglesia San Francisco, situada en la región de Angol, en Chile.
Los familiares de Illanes lograron llegar a un acuerdo con la administración del cementerio de Angol para que Manuel y ‘Canito’ fueran enterrados juntos.
Los restos del dueño y su mascota reposan en el mismo lugar y simboliza el lazo de amistad que los mantuvo juntos durante 14 años.
Ahora siguen por la eternidad.