Nostalgia y algo de desesperación. Eso sintió Camila Guamán al observar la representación de la masacre del 2 de agosto de 1810, ocurrida a los patriotas que contribuyeron para la Independencia de Quito.
Los gritos desesperados de María y Luisa, hijas del doctor Manuel Rodríguez de Quiroga, suplicando por la vida de su padre a dos militares también erizaron la piel de Eduardo Samaniego, estudiante de la Facultad de Administración de la Universidad Central del Ecuador.
Esa imagen forma parte de la muestra permanente que se exhibe en el Museo Alberto Mena Caamaño, más conocido como el Museo de Cera.
En ese lugar, situado en la García Moreno y Espejo, junto al Palacio de Carondelet, 12 figuras elaboradas con cera recrean la masacre sucedida a los próceres de la independencia hace 200 años.
El oscuro, tenebroso y húmedo lugar, en donde antes funcionaban los calabozos del Cuartel Real de Lima, junto a las esculturas y un audio con los diálogos del suceso, transporta a los visitantes al lugar de los hechos.
Ese precisamente es el mayor atractivo que ofrece el Museo Alberto Mena Caamaño a los turistas nacionales y extranjeros.
En la muestra, que se llama De Quito al Ecuador 1700-1835, los guías también narran otros hechos importantes de la historia quiteña. Entre ellos: la injerencia que tenían los jesuitas en la vida de los pobladores. Asimismo, la reunión que Pedro Vicente Maldonado mantuvo con la Misión Geodésica, la cual llegó para establecer las coordenadas geográficas de la ciudad.
Todos esos hechos son representados con la utilización de 20 esculturas más. Una de ellas representa a Luis Chusig, conocido como Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo. En el Museo de Cera toda una sala está dedicada a contar lo importante que fue su pensamiento liberal en la época del colonialismo.
“Su pensamiento inspiró a los revolucionarios del 10 de Agosto de 1809”, repite el guía Gabriel Ponce a los turistas que visitan la sala del pensador, médico, periodista y escritor.
Otra de las muestras permanentes que se exhiben en Quito está en el Museo Numismático del Banco Central del Ecuador.
Allí, en cuatro salas pequeñas y cuadradas, el curador Carlos Iza cuenta a los turistas la historia de la moneda en España y en América Latina. También relata, en forma didáctica, el proceso de cómo las elaboraban.
En el Museo Numismático se resalta la historia de las leyes tributarias, el primer mecanismo empleado para regular el uso del oro y la plata, y los primeros procesos de acuñamiento de las monedas de esa época.En ese Museo, sus guías contextualizan la historia numismática del país, desde los procesos de intercambio o trueque, establecidos por las sociedades originarias americanas.
También cuentan el aparecimiento de la Casa de Moneda de Quito, la emisión de los billetes por los bancos particulares y las especies monetarias emitidas por el Banco Central del Ecuador, desde el siglo XX hasta la adopción del dólar norteamericano como moneda circulante.
Los visitantes pueden recorrer el lugar junto a un guía profesional o solos. En cada sala se exhiben carteles pequeños con la información. También hay mapas para ubicar a los poblados originarios y muestras de las primeras monedas que utilizaron.
Esa misma facilidad pone a disposición del público el Museo del Banco Central del Ecuador, en la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión.
En las paredes de las dos salas están colgados cristales con la información de las muestras, tanto en inglés como en español.
“En esos cristales está la información resumida de lo que nosotros exponemos”, contó Javier Chicaiza, guía del Museo.
Allí, los tres guías narran los datos recogidos por los científicos hace millones de años. Lo que más llama la atención en ese lugar es la momia que reposa en una urna de cristal. Esa joven mujer aún conserva una muela, cabello y parte de su tejido.
El recorrido en cada museo dura cerca de 45 minutos.