Con una intención satírica se construyó el San Violentín, una exposición de artes visuales, que en el 2012 llegó a su séptima edición, a La naranjilla mecánica. Llegó el 13 de febrero, para que el espectador piense sobre la violencia en la víspera de ese aire dulzón y comercial de San Valentín.
Acaso se trata -como dice el ilustrador Eduardo Villacís, organizador de la cita- de hacer que un día sea homenaje a la continuidad de la violencia en el mundo. De ser así, no cabría mal un poco de ironía, si comprendemos que la agresión y el maltrato atraviesan la historia de la humanidad.
Pero esa ironía existe para la reflexión. Es así que las piezas visuales que se muestran en La naranjilla mecánica, desde las formas y el color, la imagen fotográfica o la tipografía, la ilustración y el montaje, se abren a las lecturas de los visitantes. Lecturas que empatan con las múltiples opiniones que se transmiten desde los afiches, que este año giraron en torno al lado oculto de la violencia.
Junto a Villacís, en la organización, están Esteban Salgado, de Grafitat, y Karen Solorzano, de La naranjilla mecánica. Una de las premisas para este año era generar una convocatoria más amplia y transversal, así que no se limitaron a un tipo de pieza y soporte específico, lo interesante era que se comunique el mensaje, un mensaje que versase sobre esa violencia que está presente, aunque no siempre sea visibilizada.
Así se ha propiciado un diálogo de diferentes visiones, las gráficas muestran la violencia en la ciudad, en el medio familiar, en la escuela, los conflictos internacionales y el maltrato entre género.
En el san Violentín, el carácter comunicacional de las artes gráficas cumple con una función social, primero porque respeta las opiniones de cada de unos los creadores participantes (todos los trabajos que se presentaron en la convocatoria están expuestos); segundo, porque todos los creadores hacen una aportación para que la sociedad reflexione sobre la violencia, a través de sus manifestaciones o sus críticas, Según Solorzano, esto refleja que la gente cada vez se interesa más y que el arte sí puede ser un proceso transformador.
La amplitud de la muestra también se extendió a nivel geográfico, pues si bien la mayoría de participantes son ecuatorianos, también hay trabajos de Venezuela, Argentina, Irlanda del Norte, Taiwan… Lo que permite conocer otras perspectivas sobre la violencia y las tendencias en cuanto a las artes visuales.
Este año -dice Esteban Salgado- menos obras acudieron ala convocatoria, pero la calidad y el desempeño de los creadores ha sido superior; así como la claridad de sus propuestas. A la muestra de San Violentín se ha anexado el trabajo ‘Historieta latinoamericana’, de la brasileña Vania Medeiros, quien empata con la temática desde una perspectiva geopolítica sobre la postcolonialidad.