Casi 100 años (1580-1669) debieron transcurrir para que la iglesia y el convento de San Agustín lucieran como los conocemos ahora. Entre sus muros centenarios, la artista Mona Hatoum (de origen palestino, nacida en Líbano y radicada en Londres desde los años 70) presentará su obra de arte, que fue montada por su asistente el fin de semana pasado.
Hatoum es una de las artistas contemporáneas más reconocidas internacionalmente en la actualidad. El pasado julio, por ejemplo, recibió el Premio Käthe Kollwitz 2010, de la Academia de Artes de Berlín.Su obra aborda los temas de su propia biografía: el exilio, el dolor, el desarraigo, la pérdida y el destino. Es precisamente alrededor de esta temática que trabajó en el patio de San Agustín, cuya propia historia también habla de rupturas y nuevos comienzos. Sin embargo, la construcción algo accidentada de este edificio colonial es imperceptible al ojo común, no conocedor.
Así, es difícil adivinar que los planos de la iglesia y del convento nacieron del ingenio del arquitecto extremeño Francisco Becerra, quien apenas dejó la obra en cimientos, tres años después de haberlos diseñado.
Solo en 1606 el arquitecto burgalés (originario de Burgos, España) Juan del Corral retomó la construcción y utilizó para cubrir la iglesia un sistema de bóvedas de crucería gótica.
Tras él, la obra estuvo a cargo de los clérigos Diego de Escorza y Basilio de Ribera, bajo cuya supervisión concluyó la edificación en 1669, después de que el edificio estuviese expuesto a la erupción del volcán Pichincha en octubre de 1660 y a un terremoto en 1662.
De hecho, la iglesia, de nave central y capillas laterales con bellos retablos barrocos, ha sufrido mucho con los sismos. Las obras de reconstrucción modificaron sustancialmente su apariencia, conservándose únicamente sobre el coro la cubierta original de bóveda de crucería gótica, mientras que en la nave se realizó una falsa bóveda de carrizo y barro, desapareciendo además unos singulares arcos de herradura de las capillas laterales. El retablo del altar mayor, compuesto modernamente, se inauguró el 30 de abril de 1916.
Conocido y visitado por su Sala Capitular (donde el 16 de agosto de 1809, el pueblo de Quito, en Cabildo Abierto, ratificó la voluntad de independizarse de España), el convento de San Agustín también cuenta con otro atractivo: su patio.
En el centro del mismo, una amplia fuente de piedra se encuentra rodeada de jardines relativamente modernos, desde donde se admiran lienzos del afamado pintor quiteño Miguel de Santiago.
Es precisamente en este patio enorme y luminoso donde Hatoum plasmó su obra sobre el exilio y el desplazamiento.
FALTAN 10 DÍAS
El 4 de septiembre arrancará la muestra que se mantendrá abierta hasta el 2 de octubre.
El ingreso es libre.