Los Príncipes de Asturias llegaron hoy a la ciudad portuaria de Hamburgo para inaugurar en esta ciudad de larga tradición iberoamericana el quinto Instituto Cervantes en suelo alemán.
Ya a su llegada, la pareja real vivió un pequeño baño de multitudes y saludó a más de un centenar de personas que los vitorearon con banderas de España bajo un cielo plomizo y temperaturas por debajo de los veinte grados.
En el salón del actos del centro de lengua los esperaban diplomáticos, personalidades de la cultura y la política así como representantes de las numerosas empresas asentadas en el puerto con vínculos con la región iberoamericana. Durante su discurso, el príncipe Felipe destacó las relaciones entre España y Alemania, dos naciones que “trabajan juntas por la integración europea”.
En nombre de estas estrechas relaciones tuvo palabras de profundo pesar por los muertos por el reciente brote bacteriano cuyo epicentro fue Hamburgo pero tampoco olvidó a los agricultores españoles, injustamente acusados por las autoridades de Hamburgo de haber desatado la epidemia.
“Esas relaciones serán capaces de superar los problemas como los como los serios perjuicios sufridos por nuestro sector hortofrutícola por el brote bacteriano”.
“Como saben, su origen fue ajeno a nuestros productos”, sostuvo. Felipe de Borbón resaltó también la importancia de los lazos de Hamburgo con los países de Iberoamérica en su calidad de primer puerto de Alemania y uno de los principales de Europa.
“La apertura de este centro enlaza con la mejor tradición de Hamburgo como puerta al mundo. Una gran puerta abierta al mundo y muy en especial al mundo hispánico”, dijo el Príncipe.
Como ejemplos mencionó la Asociación Empresarial para América Latina, antigua “Federación Iberoamericana”, una entidad que aglutina a numerosas empresas que comercian e invierten en América Latina y la “reciente decisión apoyada por España” de situar a la futura Fundación Unión Europea-América Latina y Caribe en la ciudad del norte germano.
El príncipe también aludió al emblemático edificio en el que está ubicado el nuevo Instituto Cervantes, el “Chilehaus”, una obra del expresionismo arquitectónico alemán de ladrillo oscuro construida en 1924 en forma de buque por encargo de un comerciante que amasó fortuna con el salitre en Chile.
“Todo coincide, el nombre, la arquitectura. El Instituto Cervantes es el buque insignia de lengua española, que podrá navegar ahora en Hamburgo”, se congratuló el Príncipe, miembro honorario del patronato del Instituto Cervantes.
“Es el más hermoso mascarón de proa”, lo secundó la directora general de la institución, Carmen Caffarel, para quien el edificio debería ser rebautizado como “Casa del Mundo Hispánico”.
Felipe de Borbón cerró su discurso con la cita de unos versos del escritor argentino Jorge Luis Borges sobre los idiomas español y alemán: “Mi destino es la lengua castellana, El bronce de Francisco de Quevedo (…), Pero a ti, dulce lengua de Alemania, Te he elegido y buscado, solitario”.
Durante su estancia de poco más de dos horas, los Príncipes de Asturias recorrieron el recinto acompañados por los secretarios de Estado de Asuntos Exteriores de España y Alemania, Juan Antonio Yáñez Barnuevo y Wolf-Ruthart Born, respectivamente, la segunda alcaldesa de la ciudad-Estado, Dorothee Stapelfeld, y el embajador español en Alemania, Rafael Dezcallar de Mazarredo.