Pasión y dinero se disputan el mercado del libro antiguo

Ernesto Basante, director de la Librería Anticuaria Renacer Cultural, en el local ubicado en el C.C. Olímpico. Foto: Vicente Costales/EL COMERCIO
Un libro antiguo puede valer una fortuna. Colecciones de primeras ediciones de renombrados títulos de los siglos XVII o XVIII pueden alcanzar el costo de una vivienda o un vehículo. Y esto no sucede únicamente en Europa, Estados Unidos o cualquier país desarrollado, sino también en América Latina y en Ecuador.
De acuerdo con los conocedores del libro antiguo en el país, un ejemplar del primer tomo de la Historia del Ecuador de Federico González Suárez, de 1892, fácilmente supera varios cientos de dólares.
Pero obras como la Biblia del Oso -primera traducción del Antiguo y Nuevo Testamento al castellano realizada por Casiodoro de Reina, publicada en 1569, en Basilea, Suiza, y símbolo del protestantismo- puede llegar a costar cientos de miles de dólares y hasta millones.
Ernesto Basante, director del Librería Anticuaria Renacer Cultural, indica que se conoce con certeza que un ejemplar de esta Biblia del Oso está en el país, en una colección privada. En su primera edición se publicaron entre 2 000 y 3 000 ejemplares, pero pocos sobrevivieron a la persecución católica de la época, que quemaba el texto acusándolo de herejía.
Este tipo de obras son extraordinarias por su rareza. Sin embargo, hay otros textos coloniales y de los primeros años de la República, que se consiguen entre USD 700 y 1 000.
Fabián Flores, investigador y comerciante de libros antiguos, dice que en el país y el exterior tiene un grupo de clientes de unos 200 coleccionistas. “En Ecuador hay un mercado reducido, pero constante y fiel del libro antiguo, de coleccionistas apasionados y con vocación; nuestro círculo es muy adictivo”, señala.

Existe, sin embargo, una distinción entre el libro viejo (segundas o terceras ediciones del siglo XX) y el libro antiguo. Gustavo Salazar, investigador de la literatura ecuatoriana y miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, explica que el libro antiguo, además de haber sido editado entre los siglos XVII y XIX, tiene un importante valor como objeto y por su contenido.
Entre las joyas de este coleccionista aparece el tercer tomo de ‘Los viages de Enrique Wanton al país de las monas’ (escritura antigua) editado en Madrid en 1785, de autor anónimo, que posteriormente se atribuyó a Zaccaria Seriman. Este texto lo compró de oportunidad en España en USD 25, pero en el mercado tiene un precio mucho mayor.
Ernesto Basante ha investigado sobre el libro antiguo en Ecuador y lo ha comercializado desde hace 30 años, principalmente con títulos de autores que nacieron en la Real Audiencia de Quito o que escribieron sobre sus territorios. Muchos de estos libros se imprimieron en España o Europa entre los siglos XVII y XIX, y en México, Bogotá y Lima.
La primera imprenta de la Audiencia de Quito fue instalada en 1755 en Ambato, por el jesuita alemán Adam Schwartz, y la primera obra reproducida en ella fue ‘La Piisima’, de San Buenaventura, un texto religioso en latín que conserva el Ministerio de Cultura. Un ejemplar de tanto valor es difícilmente localizable entre las librerías anticuarias.
Pero hay textos muy valiosos que están disponibles. Uno de ellos es el ‘Dizionario storico-geografico dell’America Meridionale’, del padre Giovanni Domenico Coletti, publicado en Venecia en 1771, ofertado en las estanterías de Basante. Este libro incluye un mapa de América del Sur y habla de Quito y poblaciones como Gualaceo, porque Coletti vivió en la Real Audiencia.

Antonio Montpalau, en Madrid en 1784. Foto: Vicente Costales/EL COMERCIO
Otra joya que tiene Basante es la cuarta edición (según Juan Freile Granizo) de la Historia del Reino de Quito, del padre Juan de Velasco, publicada en italiano en la ciudad de Prato, en 1842.
También en este repositorio se puede encontrar el libro de las ‘Relaciones Universales del Mundo Entero’, un texto de geografía e historia global publicado en 1603 en Madrid, por Juan de Botero Benes, con una cubierta de piel de borrego, cuyo autor dedica una página a la descripción de Quito.
Otros textos antiguos que Basante ha comercializado son los dos tomos del ‘Gobierno Eclesiástico y Pacífico’ de Gaspar de Villarroel publicados en Madrid en 1656 y 1657.

Fabián Flores también tiene varios ejemplares a la venta, como el ‘Compendio Cronológico Histórico de los Soberanos de Europa’, de Antonio Montpalau, publicado en Madrid en 1784. Otro título es la Geografía y Geología del Ecuador del jesuita Teodoro Wolf, publicado en Leipzig en 1892. Estos textos los consiguen de bibliotecas privadas y conventos que rematan ejemplares.
Calcula que en 15 años de comerciar con estos libros ha vendido unos 500 títulos. Sin embargo, ha decidido no ofertar muchos de sus tesoros guardarlos en su colección. “Es un gran dilema del librero. Tiene alma de coleccionista, pero estómago de comerciante.”