Siempre quiso lucir como una diva, incluso ahora a sus casi 82 años. Una cabellera larga y rubia, piel blanca y labios pintados con un rojo intenso son la imagen de la bailarina Carmen Villamana Breto, más conocida en el ámbito artístico como Osmara.
Multifacética. Pianista, novelista, escritora, teatrera, madre’ Pero en la danza juntó todas sus habilidades artísticas. Nació en La Habana (Cuba), el 16 de julio de 1918. Hija de españoles: Antonio, comerciante, y Antonia, cantante con voz de ópera, aunque nunca se dedicó al arte.Se educó en España y a los 18 años, Villamana era una baletista profesional. En México empezó su carrera y acuñó el nombre artístico de Osmara. Era 1936. Un periodista italiano le dijo que su nombre daba la idea de castañuelas y gitanas; y que no iba con su baile exótico.
En esa misma época, su estilo era el mismo de la bailarina estadounidense, Isadora Duncan, que dejaba adivinar el cuerpo, entrever las piernas desnudas y los pies descalzos, vistiendo el tutú en el ballet clásico.
Así brilló en escenarios de México, Cuba, España, Venezuela, Argentina, EE.UU’ A Ecuador llegó en el Carnaval de 1951, en una gira como solista de danza. Y se enamoró del afamado pintor azuayo Ricardo León (fallecido), quien asistió a su primer espectáculo en Guayaquil.
Quince días después se casaron en Quito, e interrumpió su gira al Perú, el último país de la presentación. Cuenca le cautivó por las coloridas polleras y el tradicional cantadito de sus habitantes.
Estudió y se involucró en el folclor cuencano. En 1951 abrió la primera academia llamada Semblanzas Morlacas. León le pintaba los escenarios para las presentaciones de fin de curso.
Al año siguiente con sus 25 alumnos (cinco músicos y 20 bailarinas) ganó un concurso nacional que la catapultó al Congreso Hotelero en Miami. Esa fue la primera aparición de Osmara representando a Ecuador, y ganó el tercer lugar.
Ella trajo la danza a Cuenca, cuando estaba arraigado en el conservadorismo, lo reconocen escritores y personas involucradas con la cultura como Eliécer Cárdenas y Claudio Malo.
fakeFCKRemoveEl trabajo fue duro. Según ella, la iglesia iba a excomulgarla por considerar que su baile era inmoral, que atentaba contra la integridad y la salud de las niñas. Por esa amenaza perdió a 41 estudiantes, pero no minó su pasión por la danza.
“Sabía que lo nuevo siempre causa resistencia”, dice la bailarina. Desde niña caminaba en puntas, levantaba las piernas en la mesa, era una cosa innata.
Esa afición hacía que su madre Antonia la lleve a los espectáculos de danzas en Zaragoza (España), cuenta Irina León, la segunda hija de Osmara.
Tras las críticas su academia se quedó con nueve niñas. Para lograr la aceptación y frenar las críticas, ella presentó en la Curia de Cuenca certificados de connotados galenos conservadores que confirmaban que la danza no era nociva para la salud.
Esa fue su primera batalla. La libró como madre con sus hijos Jazmín (58), Irina (48) y Ricardo (38), en el trajín diario, cuando enviudó. A sus hijas les enseñó la danza y el ballet, pero solo Jazmín se especializó en el exterior.
Irina destaca otra faceta de su madre. La comunicación la ejerció desde que llegó a Cuenca. Empezó con cuñas publicitarias en emisoras como La Voz del Tomebamba. Cuatro décadas después sigue Ondas Azuayas.
fakeFCKRemoveSu voz se impuso con su acento español, recuerda la periodista Brígida Sanmartín. Al inicio presentaba radionovelas, también hizo radioteatro.
La obra que más recuerda es ‘El fantasma’ porque hicieron capítulos en vivo, con efectos y público en Ondas Azuayas. Por su dialecto se involucró como presentadora de noticias y programas culturales (radiorrevistas).
En 1959 murió la madre de Osmara y se alejó de la danza y el ballet. Para motivarla, el entonces rector de la Universidad de Cuenca, Carlos Cueva Tamariz, le pidió que abriera una escuela de danza en 1962.
Desde entonces, Osmara es maestra de ballet clásico y desde hace cinco años solo en teoría. Para la bailarina profesional, Clara Donoso, “de niña aspiraba tener cierto nivel para ser alumna de doña Osmara”.
Según Donoso, su antigua maestra tiene un temperamento fuerte y está llena de vitalidad. “Me enseñó a soñar, a ver en los movimientos corporales el mensaje de las canciones”.
Esta maestra conocida como la bailarina de los pies desnudos no deja de sorprender, recibió preseas y reconocimientos del Cabildo por su labor en la educación, cultura y comunicación.