Además del trabajo de la psicóloga Ruth Cobo Caicedo con sus pacientes, ella lleva varios años estudiando la biografía de Montalvo. Presentará el libro ‘Montalvo, una pasión’ el 25 de abril. Ella afirma que Montalvo debería mostrarse como un referente de coherencia entre la forma de vivir y la ética.
¿A qué se debe su decisión de hacer un perfil psicológico de un personaje que nació hace 180 años, tema del libro que presentará este mes?
Porque el personaje sigue vivo. En cuanto a las ideas, la forma de pensar, a la influencia. Está entre nosotros y si es que estuviera de una manera más activa nos haría mucho bien, en el momento por el que vive el Ecuador. Y no solo a nuestro país, sino a Latinoamérica y al mundo.
¿Qué tan difícil resulta analizar la psiquis de una persona que no está?
Me basé en el trabajo de biógrafos muy reconocidos, como Galo Rene Pérez. Al leer todo este material uno se mete en el personaje. He trabajado cuatro años en este proyecto. Su perfil atrae, cautiva. Él tenía varias facetas, fue juzgado y atacado. Tenía momentos de claridad, al igual que momentos muy oscuros.
En la introducción del libro usted hace una ficha donde menciona que el personaje da muestras de liderazgo. ¿Cuáles son esos rasgos?
Al encarnar sus ideas y tener pasión por vivirlas, está transmitiendo a los demás esas características de búsqueda de justicia, de libertad, de equidad. Si hacemos una correlación con los líderes políticos actuales, no encuentro yo ese político que encarne esa fuerza que tenía Montalvo.
¿Y qué descubrió sobre su vida afectiva?
Él era una persona extremadamente sensible, las cosas lo afectaban de una manera singular. Esa es una de las características que le lleva a ser una de las personas que fue. La vida afectiva de Montalvo era también de búsqueda, de buscar el objeto amado, pero ese objeto casi lo quería llevar a la perfección.
Pero se lo ha relacionado con varias mujeres…
En sus momentos de soledad tuvo varios encuentros, con distintas mujeres. Montalvo fue una persona que encontró el amor y la belleza en una mujer, y que a su vez valora a esa mujer.
¿Y por qué no se quedó solo con una mujer, digamos su esposa, como su pareja?
Porque no pudo. Jamás tuvo un lugar de residencia fijo debido a tanta persecución política. Cleotilde Serra, una actriz española, se enamoró locamente de este escritor. Estuvo dispuesta a viajar con él a donde sea, pero intervino su madre, y ahí empezó un correo de amor con Montalvo, donde uno las lee y puede sentir el amor y la pasión que sentían. Otra mujer que se enamoró de este personaje fue la intelectual Emilia Pardo Bazán. Pero él mantuvo su distancia, siempre la trató de ‘señora’.
Desde su punto de vista, ¿cuál es la mayor huella que nos ha dejado Montalvo como pensador?
El sentido de la libertad. Definitivamente, Montalvo era una persona que amaba la libertad, y que por ese ideal tuvo que renunciar a muchísimas cosas que otra personas sin ese alto criterio no lo hubiera hecho. Por ejemplo, cuando le ofrecieron ser diplomático en Roma, durante el gobierno de Veintimilla, él prefirió su libertad y seguir viviendo de acuerdo con su forma de pensar, pese a la necesidad económica que lo apremiaba. Renunció a acomodarse en el aspecto social y económico.
¿Qué cree usted que hace falta transmitir a los estudiantes del país acerca de las ideas montalvinas?
La ética y la moral que practicó durante toda su vida. Porque al leer acerca de su vida uno empieza a entrar en un camino de ética, ese valor le lleva a uno a la búsqueda de los valores trascendentes, que lamentablemente en nuestra sociedad están cada vez más venidos a menos. Montalvo exhortaba a la juventud a buscar libertad, a protestar cuando era debido, a encarnar los valores.