El teatro ruso más célebre, el Bolshoi, levantó el telón este viernes en una velada de gala, transmitida en directo a 36 países, ante un público ilustre para celebrar el final de seis años de obras que le devolvieron su porte imperial.
En el escenario del teatro, el presidente ruso Dimitri Medvedev tomó la palabra poco antes para rendir homenaje a “una de las mayores imágenes de marca del país”.
Sorprendentemente, los primeros sonidos que resonaron en la sala, deslumbrante de oro y terciopelo rojo, no fueron notas musicales sino el chirrido de maquinaria y los crujidos de neumáticos para recordar los años de remodelación del edificio histórico.
La gala comenzó con cánticos de la tropa del Bolshoi, ataviada para la ocasión con ropa de faena y cascos de obra blancos y anaranjados, seguidos de un ballet clásico con bailarinas con tutú.
La diva francesa Natalie Dessay y la rumana Angela Gheorghiu cantan también para el presidente Medvedev y sus invitados, incluido Mijaíl Gorbachov, que podrán admirar las actuaciones de un elenco de estrellas rusas de la danza como Svetlana Zakharova, Natalia Ossipova e Ivan Vassiliev.
También se presentó una retrospectiva histórica sobre este teatro fundado en 1776 y motivo de orgullo de la cultura rusa bajo todos los regímenes.
La ceremonia de hora y media, rodeada de medidas de seguridad draconianas, es retransmitida en directo por la televisión rusa.
También se podrá ver a través de la cadena del Bolshoi en Youtube en 36 países y será difundida en diferido por el canal franco alemán ARTE y en 100 salas de cine del mundo entero.
No se ha puesto en venta ninguna entrada para la velada de gala, aseguró el director del Bolshoi, Anatoli Iksanov, desmintiendo que el precio haya alcanzado en el mercado negro los dos millones de rublos (casi 50 000 euros) como aseguran informaciones por internet.
“Es el servicio de protocolo del Kremlin el que se encarga de las invitaciones”, explicó.
Los críticos de música que no han sido invitados denunciaron este procedimiento.
“Es absolutamente inimaginable que el gobierno británico distribuya entradas para una velada en el Covent Garden. Las entradas se habrían vendido sin duda. Pero aquí todo se hace, como de costumbre, en pequeño comité”, se indignó la crítica de música Marina Gaikovich, citada por la agencia de prensa Interfax.
La reapertura del teatro estaba prevista inicialmente en 2008 pero fue postergada en varias ocasiones y las obras se vieron salpicadas por escándalos de corrupción.
La reconstrucción, cuyo valor ascendió oficialmente a 21 000 millones de rublos (casi 500 millones de euros, USD 700 millones) , tenía como objetivo apuntalar el teatro, que amenazaba con derrumbarse, y devolverle su aspecto majestuoso del siglo XIX.
El escudo de armas de la familia Romanov volvió a los tapices del palco imperial que habían sido cubiertos con globos terráqueos o liras durante la época soviética.
Después de la revolución bolchevique de 1917, los comunistas hicieron desaparecer todas las referencias al régimen zarista, incluso en el Bolshoi, que acogió varios congresos del partido.
Los dorados de la sala, deteriorados por falta de mantenimiento durante la época soviética, viven una nueva juventud. Fueron restaurados partiendo de cero a la antigua usanza: siete capas sucesivas sobre una base tradicional de clara de huevo limpiadas con vodka y pulidas con colas de ardilla.
Y se hicieron miles de peritajes para mejorar la acústica del teatro, dañada por la construcción del metro en los años 1930.