La entrevista se interrumpe unas dos o tres veces. Todo el mundo quiere hablar con Karla Gachet. ¿Por qué? Porque el 13 de febrero ganó el tercer lugar en la categoría Arte y Entretenimiento del World Press Photo 2009.
Lo mejor de todo es que ella no se lo toma con solemnidad ni poses. Obviamente sabe que es un honor: la primera ecuatoriana en ganar un premio en este concurso; el más importante del mundo en fotoperiodismo’ “Es algo que sabes que algún día puede pasar, pero que no esperas que sea ahora”, cuenta mientras toma su café con leche, frente a una vista espectacular del valle de Tumbaco.
Como ya había hecho algunas veces antes, Karla envió sus fotos, sobre todo para que los organizadores le envíen el libro oficial del concurso. Se ríe mucho cuando lo confiesa y se da cuenta de que terminó con un premio de esta magnitud en su currículum.
Karla no baila tango, ni siquiera intentó aprenderlo. Lo que sí intentó, cientos de veces, fue captar con su lente la esencia de este baile. Por eso ella y su esposo, Iván Kashinsky (también fotógrafo), convivieron una semana con Ceci y Meme, bailarines de tango, en Buenos Aires.
Con esa historia se llevó el tercer lugar, que ahora le vale tantas entrevistas. Esa historia es una de las 14 que forman parte del libro ‘Historias Mínimas’ (Dinediciones), que fue el producto de sus siete meses de viaje con Iván por Sudamérica. Y a través de esa historia cuenta quién es ella y cómo vive la fotografía.
¿Se identifica con Ceci?
Sí. Ella es apasionada con lo que hace y yo también. Había muchas similitudes en cómo veíamos la vida. Ella tiene una pasión muy grande en la vida, pero igual tiene un plan B, por ejemplo. O en que ella hace algo que sus papás no entienden y, claro, no lo ven muy serio.
¿Eso le pasa también a estas alturas de su vida?
Al principio se desubicaron (Iván, que está buscando algo en la computadora del pasillo dice: “todavía”). Bueno, ya no tanto. Creo que desde que regresé a Ecuador (2004), ya no.
¿Qué querían sus papás que haga?
Por ejemplo, me preguntaban por qué no escribía; no entendían que también podía expresarme con la fotografía. Ahora son mis fans número uno.
Y como Ceci, que cuando no está bailando por trabajo, baila por placer, ¿Ud. hace fotos fuera del trabajo?
A veces me canso y no tomo fotos por algún tiempo. Después del viaje con Iván fuimos a EE.UU. y llevé mi cámara, pero no tomé ni una foto. Todo el mundo estaba a la expectativa, pero yo sentía tanto cansancio; no me daban ganas. Eso sí, siento como que me falta algo cuando no estoy tomando fotos.
¿Algún paralelismo entre su relación con Iván y la de Ceci con Meme?
Ellos se divierten mucho más que nosotros (risas), pero sí hay parecidos. Ceci es volátil y Meme le vuelve a la tierra, que es nuestro caso también.
¿En qué más?
En la pasión compartida.
¿Pasan hablando de fotos?
Sí, somos ‘nerds’. Con el Iván hacer algo chévere es sentarnos a ver libros de fotos.
Después de ver se en las fotos, Ceci escribió un texto en el que habla de lo que significa bailar. Siguiendo con los paralelismos, si cambiamos la palabra ‘bailar’ por ‘fotografiar’, ¿Ud. concuerda con ella? Probemos. Ceci dice: Bailar para vivir’ ¿Fotografiar para vivir?
Para mí sí’ fotografiar es vivir. No sé si es que siempre lo va a ser, pero hasta ahora es así.
Fotografiar para comer’ ¿Vive de la fotografía?
Ahorita sí; pero es difícil vivir de la fotografía, incluso ahora que ya llevo años haciendo esto.
Fotografiar con los ojos bien cerrados, en todos lados, a toda hora’ Una paradoja para quien toma fotos.
¡Qué bien! De ley. Porque más que tener los ojos abiertos, para hacer fotografía hay que sentir’ quizá cuando mejor te sientes con alguien o en algún lugar es cuando te salen cosas chéveres.
Fotografiar hasta sangrar por dentro, por los pies.
También. Me acuerdo cuando ya regresábamos del viaje y nos faltaba Napo. Ya no dábamos más; yo solamente quería ir a mi casa. Veíamos el letrero: a Quito o a Napo, y fuimos a Napo. Esa fue la historia más bacán.
Fotografiar por placer y para dar placer.
De ley. Sé que la fotografía puede dar placer, porque a mí me da placer ver fotos buenas. Es increíble ver un libro que te encanta; saber que hay gente que está haciendo cosas hermosas.
Fotografiar para mostrarte
Sí, claro’
¿Por vanidad?
También.
Fotografiar para que te admiren y para que te detesten y para que te amen.
¡También! (risas largas).
¿Quién la detesta, la admira o la puede amar a causa de su fotografía?
No sé, pero sé que yo admiro y detesto a otros a través de su trabajo; supongo que es universal.
Fotografiar para callar, para decir, para entender todo lo que te estimula y te desconcierta…
Definitivamente sí, la fotografía no es solo una manera de decir, sino también de callarte. Porque cuando tienes una cámara es muy fácil no ser parte de’, dejas de ser el centro de atención. Estás, pero no estás. Y desapareces cuando quieres.
Fotografiar para saber quién eres.
Por supuesto.
¿Qué ha aprendido de usted misma en su fotografía?
Cada cosa que haces habla de vos. Por ejemplo, el papá del Iván veía las fotos y cada vez que salía un niño, decía: “Esa es de la Karla”. Y yo decía: “¡Por qué dices eso!”. Y él contestaba: “porque tienes un lado maternal”.
¿Y acertaba?
Sí, ¡las fotos eran mías! Y era algo de lo que no estaba consciente; es algo instintivo, no estás pensando en qué tienes que hacer o decir, solamente tomas la foto.
La última frase: Fotografiar para no morir’
¡Qué bien la Ceci! Y sí, claro.
¿Cómo no se muere a través de la fotografía?
Por ejemplo, el libro, que para mí es bien importante porque lo hice con el Iván. Porque quizá mi hijo lo vea y diga: “¡Wow!”.