El escritor y presidente de la Casa de la Cultura, Marco Antonio Rodríguez, conversó con Radio Platinum sobre su obra y sobre la situación actual del país
¿Cómo empezó su afición por las letras?
Yo hubiese querido ser un tallador, debí ser un escultor, pero mi madre y una tía mía intervinieron y se diluyeron mis sueños. Finalmente me fui a las letras.
¿Se educó con los jesuitas?
Sí. Suelo ser siempre agradecido con los jesuitas porque les debo a ellos muchísimo de mis modestos saberes.
¿Cómo era esa formación?Hubo valores fundamentales: la honestidad; había este don preciado de la libertad. Es decir no era un corte extremadamente rígido. Mucho se ha reflexionado sobre esto, pero creo que generalizar es un oficio de la demagogia. Los seres humanos somos cada uno un universo especial y la verdad es un camino, la libertad como verdad son caminos. Creo que en la idiosincrasia del pueblo ecuatoriano y de muchos pueblos de América Latina hay dos fuertes estereotipos: el de la mezquindad y el sentimiento de minusvalía, complejo de inferioridad.
Como miembro del MIR, ¿qué significa para usted el socialismo?
Soy un libre pensador, un buen trecho de mi vida fui cabeza visible del brazo político del MIR y yo sigo creyendo en las postulaciones éticas del socialismo. Pero yo no me he represado porque los seres humanos tenemos solo tres caminos: caminar hacia adelante, evolucionar; involucionar como los cangrejos o paralizarnos. Por ventaja no entra en mí el hecho de que se quieran resucitar cadáveres que fueron sepultados en lo ideológico-político y menos volcarnos a totalitarismos que han fracasado de manera rotunda a lo largo y a lo ancho de la historia.
¿Mientras en otros lados están de venida, seguimos de ida en América Latina?
No todos los países. Lamentablemente estamos ensayando. A mí me conmueven y me preocupan mucho los ensayos. El ejercicio del yoísmo y de la vanidad es malo. Sobre esto creo en tres cosas: la humildad para los santos de los altares, la soberbia para los escasos de mente y para ciertas personas atolondradas y la modestia para las personas de bien.
¿Cómo respetar el pensamiento ajeno?¡Cómo no respetar el pensamiento ajeno! La sencillez, la modestia que signa a los hombres grandes es fundamental. Los hombres pequeños en cambio se caracterizan por otros signos.
¿Qué pasa con quienes se han anclado en el pasado?
A mí me parece que es una involución. Lo digo sin ambages.
¿Cree que está amenazada la libertad de expresión en el Ecuador?
Creo que sí.
¿Cómo conciliar en estos tiempos de confrontación?
Sin miedo. Creo, y lo digo en mis ensayos, que la peor muerte del hombre y de los pueblos es arrodillarse ante el poder; la peor.
¿Qué ha pasado en la Casa de la Cultura?
Yo he escuchado algo que oscila entre la cursilería y el novelerismo que la Casa de la Cultura ha ido de más a menos. No entiendo qué quieren decir con esto.
¿Cómo recibe las críticas?
Bienvenidas las críticas, por supuesto. El ser humano que no admite crítica es un sujeto peligroso por decir lo menos. Nosotros hemos rectificado públicamente ciertos errores y vacíos.
¿Hay recursos, presupuesto y apertura?
Nuestra divisa de vida: la verdad, la honestidad. Nosotros no tenemos temor, menos miedo a nada ni a nadie, porque somos personas de bien y amamos a la patria profundamente. En tal virtud llegamos a 550 trabajadores y empleados a nivel nacional. Que se ha concentrado aquí la burocracia y que aquí hay 240, verdad, pero qué Ministerio tiene menos de 400 ó 500 empleados.
¿Qué significa su exitoso libro ‘Historia de un intruso’?
Este libro es el que mayor fortuna ha tenido y ha sido traducido a muchos idiomas. Se sigue leyendo, pero en estas últimas reformas educativas parecería ser que son eurocentristas o pro estadounidenses, que está muy bien que así sea, pero lamentablemente se ha excluido el aprendizaje de ética, de cívica, de filosofía, de literatura ecuatoriana. ¿Cómo van a salir las nuevas generaciones? Este es un país de la desmemoria. Los referentes reales no vienen de la política. Los referentes reales emergen de las expresiones culturales. Aquí tenemos enormes artistas, pintores formidables, músicos. ¿Hasta cuándo el pueblo ecuatoriano no valorará su música?