La celebración en honor a San Martín de Porres, el santo de Borbón, se impulsa como un atractivo turístico para ser parte de la ritualidad de los afroesmeraldeños. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
El turismo que se hace por los ríos del cantón Eloy Alfaro, al norte de la provincia de Esmeraldas, tiene un componente religioso, ancestral y cultural.
Los habitantes de las poblaciones La Tola, Borbón y Canchimalero se caracterizan por adorar a San Martín de Porres, al que veneran cada 3 de noviembre. A este santo de origen peruano, los afroesmeraldeños de Canchimalero rinden su fe porque dicen que ha operado milagros en sus vidas.
Ocurrió en 1963 cuando la comerciante Aurelia Mosquera se encomendó al Santo, cuando casi naufraga frente a Canchimalero. Por eso se construyó un nicho en esa población, como señal de agradecimiento por el milagro que se celebra desde hace 53 años en esa población.
Desde entonces se celebra con cantos de arrullo sobre balsas decoradas con telas de colores, frutas. A bordo de los navíos, las mujeres cantan.
Esta forma de celebrar del pueblo negro, se promueve como un atractivo turístico y cultural de esta zona, que se complementa con paisajes de manglares, y demostración de otras costumbres de esta etnia.
Solo esa fiesta reúne a unos 5 000 turistas cada año, provenientes de todos lados del país para participar de la romería por el agua y la misa en Canchimalero. También han llegado turistas extranjeros para presenciar la herencia ancestral.
Durante el peregrinaje se muestra la música ancestral con el sonido del bombo y las maracas. Las cantoras muestran su rica oralidad con el canto de arrullos, que se pierde entre el manglar.
Son mujeres de entre 50 y 70 años de comunidades como El Bajito, Santa Rosa, Pampanal de Bolívar, y Tambillo (San Lorenzo).
“Mostraron a los turistas lo nuestro”, señala Carmela Ayoví, una de las cantoras.
A Canchimalero se llega vía fluvial. El sitio donde se construyó el nicho de San Martín, junto a la iglesia, ya se ha convertido en una parada turística. Los primeros habitantes de la isla de Canchimalero no solo cuentan a los turistas la historia de San Martín, sino que ofrecen su gastronomía.
La ruta turística que parte desde Borbón o La Tola permite navegar por los manglares y observar la pesca artesanal en bongos, con atarraya y captura de jaibas, en la parte más seca del río. Hacen paradas en La Tolita o en Pampa de Oro, donde hay vestigios de la cultura Tolita.
En el centro del pueblo hay un museo con más de 2 000 piezas arqueológicas, entre ellas urnas funerarias y artículos elaborados en oro que extraían de esta zona.
Antonio Alarcón, propietario del museo, explica que la mayor concurrencia de turistas proviene de Ibarra, por estar más cerca de Borbón. Él se ha convertido en un guía turístico y se encarga de explicar cada detalle de las piezas encontradas en esa población de unos 700 habitantes.
Los turistas también pueden internarse al manglar sobre el navío para observar la variedad de tasqueros (cangrejos) y las raíces gigantes de los mangles, de donde se extrae la concha. Estos recorridos se incluyen en las promociones que realiza Antonio Alarcón, que ha recibido capacitación del Ministerio de Turismo para realizar esta actividad.
Carlos Acosta, exdirector provincial del Ministerio de Turismo, dijo que La Tolita y Canchimalero, son dos destinos turísticos en donde hay un encuentro con la cultura y la herencia religiosa del pueblo afroesmeraldeño.
Por esa razón, los turistas que parten desde Borbón pueden encontrarse con los talleres de marimba de Papá Roncón y de Madera Metálica. Además, ver el monumento a Guillermo Ayoví, del parque de Borbón, en el que aparece tocando una gran marimba.