La comunidad afro de Playa de Oro habita en el interior de la reserva Cotacachi-Cayapas
Una red de hilo es arrastrada por dos hombres que se introducen en el río Santiago para pescar guaña, mientras son empujados por la corriente del afluente.
La guaña es el pez principal en la alimentación de los habitantes de la comuna Playa de Oro, por ser la especie acuática que más abunda en la zona.
Esta comarca de afroesmeraldeños habita por más de 400 años el interior de la reserva Cotacachi-Cayapas, cantón Eloy Alfaro, y tiene como tradición la pesca.
Santo Arroyo y Jacinto Corozo atrapan guañas, camarón, sábalo y sabaletas en el río desde hace 50 años. La producción, de hasta 80 libras del pescado por faena, se la usa para el consumo de las familias o se la reparte entre amigos.
En invierno el agua turbia permite pescar por el día, porque impide que los peces vean la red. En verano el agua es clara, por ello se pesca de noche.
Alrededor de la reserva están otras poblaciones de afros como Zapote, Palma Real, Angostura, Playa del Tigre, Playa Nueva y Guayabal, quienes también realizan esa actividad. Los comuneros usan redes que son elaboradas artesanalmente por ellos. Compran piola de hilo y plomo para diseñar sus atarrayas del tamaño que necesiten.
Pero no solo usan redes, también la tradicional catanga. Esta es una trampa hecha con caña guadúa y tiene forma cilíndrica. Se usa para agarrar camarón de río y sabaletas.
Hay otras trampas tipo cajón construidas con caña guadúa, las que se colocan al filo del río hasta por dos días para agarrar peces para su consumo.
La reserva es rica en la producción de caña guadúa, la cual se observa al filo del río o en los patios de las casas, cerca al bosque. En sus hogares tienen las canoeras, que son espacios altos donde siembran chiyangua, orégano y chirarán, que son plantas alimenticias para sazonar sus alimentos.
Una de las actividades que se conservan es el playado de oro, que lo realizan las mujeres de la comunidad como Mariana Corozo, de 65 años
Con su batea aprovecha cuando el agua del río está baja para, con otras 30 mujeres, realizar esa actividad a orillas del río Santiago. Un gramo de oro cuesta USD 30 y una pepita como le llaman, hasta USD 5. Cuando la jornada está buena recolectan hasta dos gramo.
Hombres y mujeres extraen el oro artesanalmente de los esteros que están al interior de la reserva y en las orillas del río Santiago. Lo hacen con sus bateas lavando las 40 libras de arena que ponen en esto recipientes de madera para lavarla con movimientos circulares hasta que se vea el metal.
Una de las actividades con las que alternan la extracción artesanal de oro es la siembra de cacao fino de aroma, al interior de la reserva.
La plantación de chocolate ha permitido que la comuna encuentre una fuente de ingresos económicos para solventar los gastos de las familias. Ellos entregan su producción a la Asociación de Productores de Cacao del norte de Esmeraldas (Aprocane), que puede ser de hasta siete quintales por hectárea.
Una de las limitaciones es el acceso hacia los centros de acopio, que están en Borbón y Maldonado, hasta donde se llega después de una hora en lancha y 45 minutos más en carro.
La transportación se complica en verano cuando el río baja su caudal y se dificultad navegar con carga hasta Selva Alegre, una población que a una hora de Playa de Oro.
Desde hace 10 años, los habitantes de la comuna iniciaron un proyecto turístico; en este 2016 instalaron su servicio de hospedaje para 40 personas. La inversión se hizo con apoyo del Gobierno Provincia de Esmeraldas y la Comunidad Belga, para dar a conocer la flora y fauna de la zona.
Para esa actividad cuentan con tres guardaparques nativos y tres guías turísticos. Ellos muestran los senderos naturales por donde se accede al avistamiento de aves. Un tours cuesta USD 50, que incluye alimentación y hospedaje.
El transporte fluvial tiene un costo aparte de USD 80. Ahí los turistas visitan a la zona de amortiguamiento de la reserva y disfrutan de una noche de marimba y arrullos.