Escritura y lucha libre como un juego de máscaras

En Eskeletra Editorial. El sello publicó la novela de Ribadeneira. Antes también lo hizo con sus relatos y su primera novela, ‘La frutilla mecánica’.

Dark Mask/Mascarita se enfrenta a su mediocridad en el cuadrilátero y en su vida personal. Eso en ‘La máscara del padre’, la segunda novela de Alejandro Ribadeneira.
La lucha libre y las relaciones padre-hija van armando el relato desde los ojos de su narrador protagonista. Desde ahí se lanza un postulado: las historias de los perdedores atraen más que las de los ganadores; conocer las carencias de un personaje hace de este un ser más complejo que aquel que se baña de virtudes.
‘La máscara del padre’ no propone una profunda reflexión existencial del ser ecuatoriano en el mundo, aunque la identidad sea quisquillosamente revisada, a través de un infeliz migrante como personaje principal.
Más bien, Ribadeneira asume el humor y referencias de la cultura pop para su novela. Lo hace a partir del universo de la lucha libre, pero para mostrar que tras las pelucas y los pectorales inflados, queda el hombre cargando el peso de sus vicios, pasiones y traiciones, y deambulando por la vida, luchando con ella (con maña o esfuerzo), las batallas que en el escenario se obligan a perder.
Esa característica que hace de la lucha libre un acto falso y destinado para un público ingenuo se convierte en el artificio del autor para hacer giros en la narración y develar algo más que los conflictos enmascarados de ‘Dark Mask’. Un juego de dobles atraviesa la historia y la escritura.
En el plano de la forma, en la novela se cuelan ‘posts’ de facebook y las fichas de los luchadores que revelan sus orígenes. En la prosa algúna frase resulta común y alguna aclaración excesiva. Sin embargo, el fraseo que propone Ribadeneira da ritmo en la lectura, tanto en el relato de la lucha, cuanto en el fluir del pensamiento. Aunque dicho ritmo se vea de pronto sobrecargado por el peso de imágenes tan edulcoradas y cursis, como el mismo Mascarita; su uso no es gratuito: el supuesto fiasco en esa forma de escribir construye atmósferas y refuerza al personaje. Es otro engaño de quien también se coloca la máscara: el escritor.