Hace 100 años un día como hoy moría, de lo que los médicos suponían era cáncer estomacal, Johan August Strindberg (nacido en Suecia en 1849), el escritor que innovó la forma de ver la sociedad artística de su época.
Aunque la carrera artística de Strindberg incursionó en varios ámbitos como la pintura, la fotografía e incluso la alquimia, se lo conoce y recuerda por su legado literario. Su dramaturgia le abrió la puerta para ser considerado el padre de la corriente moderna del teatro en Suecia y en el mundo.
El Strindberg literario es el resultado de la transición entre dos épocas: la caída del concepto burgués daba paso al creciente desarrollo de una conciencia revolucionaria. Sus obras naturalistas y satíricas, que dibujan este entorno, causaron la ruptura de varias barreras a nivel social y artístico.
‘La Señorita Julia’, una de las obras más significativas de su carrera, es una fiel muestra de su intención literaria. Los tres personajes simbolizan el contexto de la época y son el ícono del naturalismo dramático característico de Stindberg.
El dramaturgo sueco vivía sus propias contradicciones. También las provocaba. Ya su compatriota Ingmar Bergman dijo que lo amaba, que lo odiaba, que lanzaba sus libros contra la pared, pero que nunca podía deshacerse de él.
Como explica la actriz teatral y profesora de actuación de la U. Central, Madeleine Loayza, “Strindberg responde a una necesidad de reaccionar contra una mirada idealizada de la realidad romántica correspondiente a la época en que vivía”.
El dramaturgo deja de lado los patrones establecidos por el romanticismo para crear personajes con un carácter humano, que tienen sentimientos reales (angustia, ira, dolor), se enfrentan al conformismo en el que viven y toman decisiones grandes e irrevocables como el suicidio.
Se le conoce como el padre de la tragedia contemporánea y uno de los pilares de la historia de la dramaturgia occidental. Junto a Henrik Ibsen impulsó el teatro del siglo XX.
Como muchos autores, Strindberg incluyó un tinte autobiográfico en la creación de sus personajes. Muchas de las neurosis de sus personajes nacen de una lucha interna con fantasmas de su pasado y de su esquizofrenia.
No es raro que su obra siga vigente 100 años después de su muerte. Loayza cree que Strindberg trasciende ya que obliga al espectador a “volver la mirada al registro de lo humano”. A través de personajes memorables, expone conflictos en los que podemos vernos reflejados hasta el día de hoy.