Su acento guayaquileño lo mantiene intacto: evade las “s” finales de cada palabra, permite que su voz corra como si la estuviesen cronometrando. Eso a pesar de que en el 2005 se fue. Huyó. Ahora vive en Madrid.
Acaba de retornar a su natal Guayaquil, pero solo por tres semanas . María Fernanda Ampuero quería escribir sobre los migrantes en España y, para eso, tuvo que convertirse en una.
“Más que escribir, quería vivir la experiencia de la migración”, dice sin despeinarse.
Antes de emigrar, veía con tristeza a los ecuatorianos que se quedaban, a los familiares de los migrantes. Los veía asomados a las rejas del aeropuerto de Quito, alzar la mirada a medida que el avión donde iba algún padre o hermano de ellos se levantaba de la pista y desaparecía entre las nubes. Para siempre. Observaba todo eso y decidió viajar a Madrid.
“Cogí esa maleta y me lancé al abismo, como los cronistas de las Indias, que montaban barcos para descubrir qué hay más allá”.
Al principio hizo un poco de todo: vendió tarjetas telefónicas, limpió casas, trabajó en el Consulado de Ecuador en España. En este último trabajo ayudaba a sus compatriotas a tramitar su residencia. El Permiso que, irónicamente, a ella aún le faltaba.
“Trabajar en el Consulado fue apasionante. Pasé de imaginarme cómo es un migrante a conocerlos . Era como una esponja: absorbía, me sorprendía todo”, relata conteniendo la respiración.
La pregunta de rigor, a estas alturas de la entrevista en el Malecón 2000, es ¿quién realmente es el migrante ecuatoriano?
“Una persona heroica. Tener los ‘huevos’ para subirte a un avión y cruzar 10 000 kilómetros sin saber con qué te vas a encontrar, para mí es de héroes”, responde.
Después de trabajar en el Consulado se dedicó a escribir.
En Ecuador había trabajado breves meses en diario El Universo. Prácticamente no tenía experiencia en el periodismo.
Todo lo aprendió en España. En los siete años que lleva ha escrito cerca de 200 crónicas sobre temas relacionados a la migración.
Los periódicos Latino, Sí Se Puede y las revistas Lazo Latino y En Latino son algunos de los medios en los que ha trabajado. Todos son dirigidos a la comunidad latinoamericana asentada en España.
Actualmente es corresponsal en ese país de las revistas Vistazo, SoHo, Mundo Diners y Fucsia.
Dentro de sus crónicas sobre migración desfilan diferentes personajes: una quiteña musulmana, un panadero de Santo Domingo de los Tsáchilas que se hizo rico con 45 panaderías en toda España, una madre guayaquileña que vende encebollados a los españoles, una familia lojana que sufre por las hipotecas en Madrid, una indígena que escapó de la Amazonía ecuatoriana por los continuos terremotos para toparse con uno, en mayo del 2011, en la ciudad española de Lorca.
Ha estado en casi todos los partidos que la Selección ecuatoriana de fútbol ha disputado en tierras ibéricas y en la mayoría de competencias del retirado marchista cuencano Jefferson Pérez.
En su crónica titulada ‘Hijos de Ecuador y de España’ (Revista Vistazo, septiembre 2007), María Fernanda hace memoria de un dato curioso de unos niños con doble nacionalidad (ecuatoriana-española) que asistieron al último Mundial de Marcha en Coruña: “Animaban en partes iguales a Pérez y a ‘Paquillo’ Fernández, marchista español. Una vuelta: “Ecuador, Ecuador”, la otra: “España, España”, narra con soltura.
Su crónica titulada ‘El Mercado de Babel’, publicada en la revista Mundo Diners, obtuvo el primer lugar en la categoría ‘Crónica migrante’, del concurso la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). En ella cuenta la vida en el Mercado de los Mostenses, en Madrid, donde los migrantes (chinos, latinos, indios, paquistaníes, israelitas, etc.) venden sus productos .
“Cuando tú estás lejos hay un montón de detalles que disparan la nostalgia. Entre ellos, los olores y los sabores. Entonces, que tú puedas hallar en un mismo mercado todos los ingredientes de todas las culturas que viven en Madrid es maravilloso”, dice.
Por ahora escribe para la revista Ling, para la web Yorokobu y sigue siendo corresponsal de algunos medios ecuatorianos.
En el 2011 fue nombrada, por la Asociación Fusionarte, como una de los Cien latinos más influyentes en España, en la misma lista en la que está el futbolista argentino Alfredo Di Stéfano.
Ese mismo año publicó su primer libro ‘Lo que aprendí en la peluquería’ (recopilación de sus artículos publicados en Revista Fucsia) y apareció en dos antologías de cuentos: ‘Todos los juguetes’ (Dinediciones) e ‘Historias de hospital’.
En Guayaquil aprovechará para dar un taller de crónicas, que arranca hoy, titulado Grandes historias de pequeñas minucias.
Un libro que reúne sus mejores textos sobre migración está a punto de despegar. En Madrid se casó con un español y no sabe si algún día volverá a Ecuador.
“A veces pienso que sería maravilloso volver, pero si lo hiciera volvería a ser extranjera…”.
HOJA DE VIDA
María Fernanda Ampuero
Su experiencia. 35 años. Estudió Literatura en Ecuador, España y Argentina. Escribe crónicas. Es autora de un libro y está en dos antologías de cuentos.
Su punto de vista. “Cuando estás lejos de tu país hay un montón de detalles que disparan la nostalgia”.