Voces comparten una melodía, cuerpos vestidos con coloridas túnicas, sonidos que dan vida a un villancico: el coro. Llegado el fin de año, esta formación musical se multiplica en distintos escenarios; son niños y jóvenes, hombres y mujeres, estudiantes, trabajadores de alguna institución y músicos profesionales o vocacionales.
El oído se vuelve hacia ellos y propone conocer a algunos de cerca, por dentro…
La escala musical sale de sus voces, un piano Luis Verdugo se presta para la afinación. Los dedos juegan entre las teclas, mientras se pasa de do a re, de mi a fa y así sucesivamente. Es una tarde de ensayo en el Conservatorio Nacional de Música.
Ahora es el turno del Coro de Cámara, una de las divisiones que integran los estudiantes de esa institución. Las otras son los coros Femenino, Masculino, Mixto, Infantil y el conformado por púberes en pleno cambio de voz. Todos deben pasar por la clase de canto coral, pero la clasificación se da “desde el punto de vista personal, biológico y humano, de madurez y de ética”, explica la maestra María Magdalena Carbonell.
Ella, entre sillas y atriles, dirige el calentamiento de sus pupilos. Antes de pasar a la revisión de las partituras se pregunta por la ausencia de algunos coristas. La respuesta llega: “Es que estamos en exámenes finales y hay que estudiar”. Sí, el canto, en equilibrio con la vida personal, pone a prueba la entrega y la dedicación. Pero no hay pretexto válido, las funciones están cerca (el Conservatorio brindó dos recitales el jueves y el viernes pasados).
“La mayoría llega sin saber cantar. Aquí reciben los fundamentos para interpretar, para proyectar el sonido, para respirar”, dice Carbonell. Además, no solo se forma la parte musical sino también la humana: “Son amigos para toda la vida, comparten sentimientos e intereses, aúnan fuerzas en el escenario, hay compañerismo y comunicación”.
Así lo siente también la corista Diana Arellano, a quien desde niña le llamó el canto. Ahora, a sus 19 años asume la experiencia del Conservatorio y los logros obtenidos. Además de continuar con sus estudios en Psicología e Ingeniería Ambiental, halla el tiempo para cultivar su voz. “ A veces chocan los horarios, pero con dedicación hay para todo”, dice y continua con el calentamiento de rigor.
Carbonell y el resto, antes de iniciar la lectura de partituras, comparten la fórmula para un buen coro: “Una buena selección de cantantes, un director con conocimiento y empatía, y la selección de un repertorio atractivo”.
Un repertorio que, en estos días, se arma de villancicos tradicionales y universales; pero que varía para el resto del año. Así lo da a conocer el maestro Jorge Jaramillo, director del Coro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Puede ser música sacra para Semana Santa o sanjuanitos, albazos, pasillos en otras festividades culturales.
Esta agrupación cumplió 56 años de vida. Sus características lo definen como un coro mixto, polifónico y a capela, pues se arma de varias voces y no se acompaña de instrumento alguno.
Jaramillo explica que este coro está conformado por bajos, barítonos y tenores (en las voces masculinas) y contraltos, mezzos y sopranos (en las femeninas); que normalmente se canta a cuatro voces, pero que hay subdivisiones vocales, dependiendo de la música que se interprete. El grupo se integra por 24 ó 30 cantantes.
Además, se trata de un coro vocacional, es decir que lo conforman cantantes profesionales y otros que no lo son pero que presentan aptitudes y nivel. Todos practican dos horas de lunes a viernes y se deben al cuidado de la voz, pues, como dice Jaramillo: “La voz es considerada el instrumento perfecto, porque es propio de las cuerdas vocales; es nuestro, lo interpretamos con el cuerpo, con la mente, con el espíritu”.
Con esa convicción llegan a la temporada navideña, que los mantiene en presentaciones desde el miércoles pasado.
Y como ellos, otros coros anuncian próximas presentaciones. Los coros Pichincha, ESPE y Unita, con la Orquesta Sinfónica Nacional, estarán el martes en la ESPE y el miércoles en la Casa de la Música. Los coros Mixto Ciudad de Quito, Infanto y Juvenil, de la Fundación Teatro Nacional Sucre, interpretarán su recital el lunes y el miércoles, a las 19:00.