Unas cartas inéditas muestran a un Kafka naturista y receloso de la medicina

Un Franz Kafka escéptico con la medicina tradicional y partidario de una filosofía naturista es el retrato que hacen del escritor checo las cartas inéditas que acaban de ser recopiladas y publicadas en un libro.

Las misivas están escritas por el médico húngaro Robert Klopstock y por el último amor de Kafka, la actriz polaca Dora Diamant, y dirigidas a la familia del autor de "El proceso", en la época en que se encontraba ingresado en el sanatorio austríaco de Kierling y su vida estaba a punto de extinguirse por la tuberculosis.

"Estaba en contra de los medicamentos, de los rayos X, de las inyecciones. Era incluso ingenuo en cómo usaba medios humanos que no resultaban dañinos, pero que tampoco ayudaban", declaró hoy a Efe el germanista Josef Cermak, que acaba de publicar en un libro esa colección de cartas inéditas.

En esas nuevas misivas "hay ahí muchas cosas desconocidas. Se ponen de manifiesto las dos opiniones. Kafka era partidario de la medicina natural, según el principio de que lo que naturaleza estropea, puede ella misma arreglarlo", afirmó Cermak.

Por su parte, "Robert Klopstock era partidario del concepto clásico de medicina, lo que significa que intentaba incesantemente aplicar la cirugía", explicó el experto.

Esta nueva correspondencia forma parte del libro "Zivot ve stinu smrti" (Vida a la sombra de la muerte), en concreto, en una sección titulada "Cartas de Robert".

Además de las casi 66 cartas ya conocidas que documentan la relación de amistad entre Klopstock y Kafka, el libro incluye otras 35 cartas nunca publicadas que Klopstock y Diamantova escribieron a la familia del escritor.

Kafka sucumbió a una tuberculosis de garganta y, según Cermak, "Robert Klopstock le sirvió mucho como médico en los últimos meses de su vida en el sanatorio austríaco de Kierling, donde Kafka murió. Se ocupó de él de forma conmovedora, junto a su novia de entonces, Dora Diamantova".

El literato y Klopstock habían coincidido antes en el sanatorio eslovaco de Tatranské Matliare, a los pies del macizo de los Montes Tatra, y allí llegaron a intimar, a pesar de que el húngaro era 16 años más joven que el autor de "La Metamorfosis".

Kafka, exceptuando a Max Brod y a ese círculo tan estrecho al que pertenecía el médico, "no se refería a la gente por su nombre, y conseguir su amistad, su verdadera amistad, no era fácil", afirma Cermak.

Tras examinar en su conjunto la correspondencia surgida de dos años de trato entre ambos, es evidente para el estudioso la amistad sincera que se profesaron y que llevó a Klopstock a posponer sus estudios por la situación turbulenta que atravesaba Kafka.

Ambos "tenían intereses comunes, que eran filosóficos y teológicos. Porque este judío húngaro tenía gran simpatía hacia el cristianismo. Y después de la muerte de Kafka, se hizo protestante", afirmó Cermak, que trata de reconstruir en el libro algunas de sus conversaciones, en el frontera entre la filosofía y religión.

Cermak ha podido realizar este trabajo gracias a que en los años 60 la familia de Kafka le encomendó publicar las cartas del escritor a su hermana Otilia.

"Y esta publicación se vio frustrada por la llegada de los tanques soviéticos y la prohibición de publicar cosas de Kafka en este país", apostilló Cermak.

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