Se consideran pandilleros que no hacen daño a nadie. Son cuatro. Algunos de ellos cargan gorras con viseras rectas. También tatuajes nada peligrosos en sus brazos.
Ellos son José Briones ‘Yimbo’, Wilton Gómez ‘Rmnoby’, Miguel Ángel Tumbaco ‘Clímax’ y José Suárez ‘Taz’. Todos tienen apodos y 30 años de edad .
Suelen transformar desabridas paredes públicas y privadas en sitios adornados con grafitis. Con o sin permiso municipal. Lo único que les interesa es tener el aval del dueño de la vivienda, si es que esta tiene propietario, claro.
Aceptaron con agrado la propuesta que les hicieron para exponer su arte urbano en la galería Mirko Rodic, en el norte de Guayaquil. Quieren que sus trabajos sean tomados en serio, con el profesionalismo que merecen.
“Existen muchos prejuicios de la gente: si lo ven en una galería, es arte; si lo ven en una pared público, es vandalismo”, se queja Miguel Ángel Tumbaco, uno de los cuatro grafiteros que expone en el sitio de propiedad del galerista argentino Mirko Rodic.
Así que exponer en esta galería, a la que suelen asistir personas entendidas en el arte, fue una estrategia. Es la primera vez que lo hacen. Y quizás no la última.
“Queremos enganchar a los críticos de arte con nuestro trabajo”, revela el secreto Briones.
La muestra se denomina ‘Callería’. Tiene el aval de la corporación internacional Ser Paz, que lleva 10 años realizando proyectos con jóvenes en peligro.
En la exposición se pueden ver grafitis que emplean la técnica Model pastel 3D. Consiste en el uso de formas hiperrealistas, con mucha profundidad y perspepectiva, como si se tratase de una película en tercera dimensión.
Entre los materiales usados para realizar los cuadros constan aerógrafos, lacas y acrílicos.
Cuando intervienen paredes públicas utilizan aerosoles en vez de aerógrafos. Para una pared promedio, de seis metros de ancho por tres de alto, suelen emplear hasta 60 de esos espray.
Existen aún más diferencias entre intervenir en un sitio público y en uno privado.
“La adrenalina que se experimenta en el proceso creativo es muy distinto”, cuenta Wilton Gómez (‘Rmnoby’).
Pocas semanas atrás, estos artistas urbanos intervinieron fachadas de casas de Mucho Lote, zona popular de Guayaquil. Pese a que eran inmuebles privados, se les acercaron algunos policías municipales para pedirles permisos.
“Trabajar con esa presión es terrible. Tenemos que pintar todo muy rápido. En cambio, para hacer los cuadros de esta exposición en galería, podíamos trabajar relajadamente en nuestras casas, dejar los cuadros botados y volverlos a pintar después”, cuenta la experiencia José Suárez ‘Taz’.
Aquella ocasión, en Mucho Lote, fueron los moradores quienes los defendieron de la presión que ejercían los policías municipales.
“En Guayaquil es muy difícil obtener los permisos para hacer arte urbano. Pero de todas formas, no dejaremos de hacerlo”, advierte Briones quien vive y se crió en el suburbio de Guayaquil.
En la exposición, los trabajos de Tumbaco llevan inscrito su apodo: ‘Clímax’. Sin embargo, cada una de las letras de esa palabra tienen tanta perspectiva que se han distorsionado al punto de convertirse en ilegibles.
Similar es el caso de Briones, quien presentó una serie de figuras abstractas en diferentes tonos: amarillo, rojo y ploma. Tienen un aspecto tridimensional.
Los trabajos de Gómez son considerados grafitis con caracteres. Esta es una nueva tendencia que incluye rostros muy caricaturescos: narices alargadas, cachetes hundidos, orejas ovaladas. Todos los rasgos son exagerados.
Suárez presentó un trabajo con tipografía wild style, considerada clásica en el grafiti.
Empleó varios colores y, asimismo, las diferentes vocales que dibujó poseen mucha perspectiva. “No son rayones de calle. Lo que ven es arte ”, promete Suárez.