‘Una firma es acción, dos firmas son transacción’ es el lema del Tercer Encuentro Iberoamericano de Arte, Trabajo y Economía 2014 que organiza Arte Actual Flacso.
Este encuentro comienza hoy, 2 de julio, y es organizado por el espacio cultural de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en torno a la investigación, creación, producción, difusión y distribución de obras o proyectos artísticos.
Gestores, promotores, colectivos de artistas, instituciones públicas y empresa privada tanto de Ecuador como de otros países se reúnen hasta el 4 de julio para conversar y concretar acuerdos sobre la cultura, su participación en la economía y las condiciones de trabajo existentes en el campo artístico.
Esta discusión ha sido impulsada principalmente por los mismos actores culturales, quienes en los dos anteriores encuentros han analizado conceptos como la capacidad económica de la creatividad o la riqueza en relación con el sostenimiento del planeta, tal como lo planteó el ecuatoriano-estadounidense Leonardo Wild.
El primer encuentro se llamó De la adversidad ¡vivimos!’, y se llevó a cabo en noviembre del 2011 y tuvo como ejes principales la discusión de las tensiones existentes entre arte y economía, desde la producción y distribución de obras, su financiamiento y soporte así como las condiciones laborales.
El segundo encuentro Creatividad = Capital, fue en octubre del 2012, y su principal propuesta fue la Botica de Proyectos. Además, en estos encuentros también se han discutido formas de financiamiento no solo de fondos públicos o privados sino autogestionados.
Dos expertas en la materia, Paulina León y Gabriela Montero, dan su punto de vista sobre la relación entre arte, economía y trabajo, con miras al encuentro que comienza hoy.
– Paulina León /Coordinadora de Project Room de Arte Actual Flacso
‘No existen pautas para trabajar’
¿Cuál es el panorama actual de las políticas culturales en Ecuador?
Es desolador, tenemos una Ley de Cultura parada casi cuatro años. La Secretaría de Cultura (de Quito) ha tenido la intención de definir políticas, tanto en la administración pasada como en la nueva, pero hasta el momento no se han concretado políticas públicas a nivel municipal ni estatal.
¿Hay apertura de los creadores y promotores artísticos para dialogar con el Estado?
Cuando se crea el Ministerio de Cultura se crean mecanismos para dar fondos, los actores culturales recién ahí entran en un diálogo que antes no existía y el Estado asume su papel para apoyar a la cultura.
No hay una ley que reduzca impuestos por fomentar el arte.
No, esa ley se quitó, si no me equivoco, en 1998. Esa ley permitía una serie de beneficios a la empresa que apoyaba la cultura.
Pero ya no hay beneficios fiscales o tributarios para el apoyo a la cultura, por lo tanto cada vez hay un intercambio más escaso entre los actores culturales y la empresa privada.
¿Y qué hay de la responsabilidad social?
Es un reto entender que la responsabilidad social pasa por la cultura y que la cultura atraviesa estos otros mecanismos de la vida, desde la ecología, la educación… Las empresas que apoyan proyectos culturales o tienen una relación previa o les interesa de manera particular, pero no hay mecanismos profesionales de trabajo.
¿Hay estrategias para actuar en esta línea?
En este contexto de falta de acuerdos y políticas nace la necesidad de un manual de buenas prácticas que se construya en consenso entre actores culturales, para que pueda tener aplicación. No sería un documento legal pero se haría sobre la base de compromisos a cumplir, casi como un código de ética de las artes.
Tomando en cuenta el contexto económico actual, ¿cómo funcionaría?
Estamos hablando de un cambio de matriz productiva basada en el conocimiento y no en el extractivismo. La cultura y el arte son generadores de conocimiento y pasamos de hablar de entretenimiento, folclor o turismo.
¿A qué se debe la desconexión generalizada entre cultura y economía?
Creo que al desconocimiento. Las artes visuales no están tan cerca de la concepción de industria y por esto se les da menos dinero, no se entiende su amplitud, transdisciplinariedad y transversalidad.
La gente no quiere pagar.
Los actores culturales necesitan vivir de su trabajo como cualquier persona, hay que garantizar un mínimo de condiciones laborales a todo nivel, desde los empleadores como a nivel estatal. El artista no cuenta con seguridad social ni jubilación, es terrible.
– Gabriela Montalvo /Economista con masterado en Política Fiscal
‘Se debe valorar el proceso artístico’
¿Por qué se suele separar el arte y la economía?
Lo que pasa es que no se está viendo cuál es la relación que hay entre ellos. La misma economía es la expresión última de cómo son las culturas de un pueblo y hay una dimensión económica en el tema cultural.
No se ha visibilizado principalmente porque se reduce la economía solo a números, ahí es difícil contemplar sus dimensiones sociales y culturales. Y recién se mira la dimensión económica de la cultura que está en los mismos intercambios, los insumos y en el hecho de que el artista es un trabajador.
Se cree, además, que al vincular ambos temas se mercantiliza el arte…
Todavía queda un remanente de esta satanización del tema económico, se cree que minimizas el análisis cultural o reduces la obra a una simple mercancía. Pero cuando avanza la discusión, los actores culturales se dan cuenta de que estamos discutiendo sus condiciones de trabajo.
¿Hay resistencia al término ‘industrias culturales’?
Sí, porque se lo relaciona con la producción masiva de contenidos y algunos actores piensan que este tipo de producción le restaría calidad a su obra. Hablar de economía de la cultura también es establecer mecanismos para que la obra llegue a la etapa de distribución, circulación, de acceso y de consumo, ahí el tema tiene mayor aceptación.
El consumo del arte se condiciona por su costo.
Es fundamental introducir el análisis económico para el diseño de políticas públicas sobre el tema. Antes no se pensaba en la cadena productiva que una obra implicaba, ahora desde la economía analizamos todo el proceso que puede empezar desde la investigación o formación.
Cuando se analiza ese proceso se ven distintas etapas y momentos en los que se debe intervenir a partir de la política pública, para propiciar ese acercamiento con el público.
¿Qué opina sobre los fondos públicos para el fomento a la cultura?
Para implementar políticas públicas efectivas es importante el análisis económico. Si en la cultura no hay un diagnóstico que mencione en qué condiciones trabajan los artistas, a qué se dedican, cuál es la relación costo-beneficio, es difícil aplicar un programa y conocer su costo, se necesitan más datos.
¿El arte es productivo?
Sí, se puede determinar la capacidad de generar valor agregado de todos estos sectores para negociar una contraparte del presupuesto público. Así es viable proponer una política concreta.
¿Cuál es la importancia de la profesionalización de los actores culturales?
Los países que se toman en serio la capacidad simbólica de la cultura son aquellos que logran mantener sus modos de vida y visualizan su gran aporte económico.