Parece literatura, pero es real: el artista chileno Allan Jeffs hizo que los microorganismos (esos que solo podemos ver en un microscopio) crezcan y sean tan visibles como un grupo de hormigas.
Siempre quiso conocer a esos hongos y levaduras milimétricas, aparentemente invisibles. Pero que existen. Y bailan todos los días en la superficie de nuestros codos, brazos y piernas.
Pero antes de eso, Jeffs, quien vive en Ecuador, tuvo otro interés. Quería conocer las manos que fabrican uno de los textiles más caros del mundo: la paja toquilla.
Viajó a las comunas costeras Cadeate, Libertador Bolívar y San Antonio, ubicadas en la provincia de Santa Elena. Se le ocurrió pedirles que le proporcionaran 12 mantos de paja toquilla.
Luego hizo lo mismo con artesanos de la 6 de Marzo, calle conocida en Guayaquil por la fabricación de Años Viejos: les pidió que diseñaran fibras que simulen a humanos sentados, en estado contemplativo, reflexivos. Los cubrió con los mantos de paja. Y los transportó a un lugar tan alejado, tan vacío de gente, tan imposible: la Antártida.
“Vivimos en una cotidianidad repleta de objetos adheridos a nosotros: Facebook, Blackberry. La Antártida es como un retiro. Me situó nuevamente como ser humano”, cuenta Jeffs sobre una etapa de su vida en la que necesitaba “experiencias radicales”.
La expedición duró 20 días: desde el 22 de febrero hasta el 8 de marzo de este año.
La instalación artística que montó tiene un corte humanista. En cierta forma, al llevar los mantos de paja toquilla, llevó de manera simbólica a los artesanos a un lugar al que jamás podrían haber llegado por su cuenta.
También enfrentó su vacío interior contra la inmensidad del continente. “Un sin-sentido”, llama él a lo que hizo. El cineasta guayaquileño Fernando Mieles viajó con él para registrarlo todo en un documental que aún está en etapa de posproducción.
Basta ver las imágenes del filme para entender el relato de una paradoja: Jeffs cargando las fibras de 130 libras de un lado a otro. Vientos de 125 km/h en su contra. Una temperatura que congela la mente con solo imaginarla: 26 grados centígrados bajo cero.
Colocó las figuras en diferentes puntos. Ningún espectador. Solo los pingüinos que se acercaban a curiosear a esos seres con apariencia de cascarón marrón, vacíos, pasivos. Mantos de paja toquilla inertes que observaban el vacío de la Antártida.
“Uno puede ver todas las películas que se han hecho sobre la Antártida, pero únicamente cuando llegas te das cuenta dónde estás parado. Tuve que estar vacío para hacer arte”, dice Jeffs.
Pasó más en ese viaje.También aprendió sobre microbiología. Jeffs quiso reconciliar dos términos que históricamente casi siempre (con lógicas excepciones) han estado divorciados: ciencia y arte. “Investigar sobre microbiología es otra forma de buscar el origen de las cosas”, dice el crítico de arte Rodolfo Kronfle.
Jeffs aprendió -con la ayuda de científicos de la estación ecuatoriana Pedro Vicente Maldonado, en la isla Greenwich- a extraer microorganismos que viven en la superficie de nuestra piel.
Al regresar a Ecuador, no lo pensó dos veces. Volvió a las comunas de los artesanos y extrajo los microorganismos de 12 mujeres. No de cualquier parte del cuerpo, tenía que ser de una representativa: de sus manos, las que son capaces de fabricar el textil más codiciado de todo el mundo.
Colocó los microorganismos sobre placa Petri (recipiente usado para almacenarlos) e introdujo todo en una incubadora. Siete días después, los microorganismos, mediante un proceso de manipulación, crecieron.
Jeffs los moldeó, les dio forma de letras. Creó, con microorganismos ahora visibles, la palabra ‘Ex-sistencia’, que justamente engloba el significado de la obra. Para Jeffs, todo existe desde el instante en que tiene un nombre.
Con microorganismos compuso una línea desgarradora. Les dio voz a esos seres minúsculos :
“Aquí/estoy/contenida/con/mi piel/en/tus/ ojos/ siendo/ una trampa/ a/ tu/ mirada/ Soy/ lo/ que/ esperas/ que/ sea/ Estoy/ aquí?”. Cada palabra se halla contenida en una cápsula diferente.
Con microorganismos también dibujó un autorretrato suyo. Todo esto se exhibe actualmente en el Museo Antropológico de Arte Contemporáneo de Guayaquil. Inclusive las fibras con mantos que viajaron a la Antártida.
Así mismo, en la muestra están colgadas las fotos de las doce mujeres que donaron sus microorganismos para que Jeffs realice su obra. Cerca de esos rostros constan sus microorganismos multicolores: azules, marrones, amarillos, negros, blancos, plomos.
A Jeffs la instalación ‘Ex-sistencia’ le significó una oportunidad cuando pensaba que todo estaba perdido, sin identidad. Precisamente cuando la oruga creía que era su final se volvió mariposa.
Sobre ‘Ex-sistencia’
La instalación que se montó en vivo en la Antártida, se exhibe actualmente en Museo Antropológico de Arte Contemporáneo de Guayaquil, ubicado en el Malecón 2000.
La muestra, denominada Ex-sistencia, estará abierta el público hasta el próximo 15 de octubre. Próximamente viajará a Quito y Cuenca.
Se tomaron 500 fotos de la instalación en la Antártida. En la muestra montada en Guayaquil se ofrecen diez de ella en alta definición.
Además se exhibe un teaser (anticipo) de lo que será un documental de Fernando Mieles sobre la Antártida y el trabajo de Jeffs en esos parajes.