Un acto de cultura y política para la CCE

La ceremonia. Raúl Pérez Torres, nuevo presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, agradeció a la ministra de Cultura, Érika Silva. En el acto también estuvo la ministra de Patrimonio, María Fernanda Espinosa. Foto: Mario Egas / EL COMERCIO

La Fiesta de la Cultura, como se llamó la posesión de Raúl Pérez Torres como presidente de la Casa de la Cultura se desarrolló ayer. Un
ventecillo frío se encargaba de mantener a los cuerpos entumecidos, a pesar de la danza nacionalista de Saruymanda, el folclor del ballet Ecuador, los sonidos roqueros de Joda y Corazón de Metal o los tropicales de Alexander Duval; es decir, de una amalgama que dejaba en claro la intención de un programa tradicional pero contemporáneo, y ciertamente popular. Desde el micrófono un ¡viva! por Pérez Torres y otro por la Casa de la Cultura.
El Teatro Nacional se ocupó por personalidades del ámbito cultural. Tras un video de palabras en beneficio de Pérez Torres y de su pasada labor como presidente de la Casa, que ahora reocupaba, se encendieron las luces para presentar a los ilustres de la mesa: el escritor y su binomio, Gabriel Cisneros, junto a María Fernanda Espinosa, ministra Coordinadora de Patrimonio, Erika Sylva, ministra de Cultura; y, un tanto para levantar humo blanco tras la polémica electoral, Alberto Santoro, presidente encargado de la CCE (designado por la cuestionada Junta Plenaria), y su Secretario.
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Las sagradas notas del Himno Nacional, con una pausa por errores técnicos, dieron paso a las palabras ditirámbicas, para versar sobre la cultura, la patria y la revolución. Sylva en primer lugar, con un rojo flamante en su vestido y llamándose trabajadora de la cultura toda la vida, hizo una referencia a la historia de la CCE, relacionándola con los procesos políticos y sociales del país, evidenciando el mal que han dejado los estados oligárquicos y las élites, hasta que todo cambió con la Revolución Ciudadana y con una izquierda siempre crítica; incluso comparó la creación de la CCE con la del Ministerio que ella encabeza. Entonces, los aplausos empezaron a ser epílogo de cada mención al Gobierno y a su líder.
“Por resolución de la Junta Plenaria” -se encargó de apuntar el presentador de la noche- se entregaron diplomas de reconocimiento a Santoro y su Secretario. El abucheo fue cediendo a un leve aplauso conciliador, hasta que se mencionó el nombre de Marcelo Valdospinos y las silbatinas se hicieron intensas. Desde ahí, cualquier reminiscencia de la Junta Plenaria y del reciente y malhadado proceso electoral levantaba nuevamente las protestas del respetable, que pronto tras escuchar los nombres de Pérez Torres y Cisneros se volcaba a la ovación.
El silencio llegó ante el ritual del yáchag Alberto, quien antes de invocar a la Pachamama, tuvo tiempo y oportunidad para decir que no votó por Correa, pero que “este Gobierno por fin ha llegado” (ovación del consabido). Luego regaló una pluma de águila y otra de cóndor a la nueva administración de la Casa de “las Culturas”. En la mesa los asentimientos de Espinosa y Sylva aprobaban la designación del binomio y seguían las inflexiones de voz del Presidente entrante durante su discurso.
Con ese tono entre tierno y amargo que lo caracteriza, también en su escritura, Pérez Torres habló de Benjamín Carrión y lo comparó con otros prohombres de Latinoamérica. Carrión sería, junto a Gandhi y Rafael Correa, el más citado de la noche. Como volviendo a la ‘Teoría del desencanto’, el escritor mencionó a sus colegas de ese tzantzismo “tierno e insolente” –como lo llamó Susana Freire-, y las citas fueron desde Lenin y Mujica a Fidel, Adoum y Marx (con chiste incluido, en referencia al director del SRI). También tuvo espacio para hablar de Assange y de un “decrépito” Vargas Llosa; además de saludar nuevamente a Correa y a la soberanía de Ecuador, y al perfecto Baroja y al alcalde Barrera.
Agradecimientos más reparos a la Ley de Cultura y un postulado por el trabajo mancomunado con el Ministerio cerraron el discurso. Ovación y abrazo con su Vicepresidente. Y si bien una parte del público ya salió de la sala, allí se quedaron ‘Los últimos hijos del bolero’ para finalizar la noche con los temas de Los Reales, Quimera y, por supuesto, Pueblo Nuevo.