Paola, Desiree, Carla y Mónica viven en diferentes ciudades del país, pero comparten el mismo objetivo: la restauración y protección de los ecosistemas. Mediante sus iniciativas de reforestación, estas jóvenes ecuatorianas han logrado que cada vez más personas se involucren en el cuidado de los bosques en el país.
Acciones como las de estas cuatro defensoras de la naturaleza son reconocidas en este Día Mundial del Ambiente, que se conmemora cada 5 de junio. El tema central de este año es justamente la restauración de los ecosistemas como una de las opciones más importantes para enfrentar el cambio climático y detener la degradación ambiental.
Paola Mesa trabaja en el Chocó esmeraldeño, que es una de las zonas más afectadas por la deforestación en el país. Cuando era una niña, empezó a ver cómo la tala y la contaminación afectaban su hogar. Por eso, siempre se vinculó en voluntariados ambientales hasta que la convocaron para un proyecto más grande.
El año pasado fue elegida como la encargada de la iniciativa de reforestación comunitaria que llevó a cabo la reserva Tesoro Escondido junto con la Fundación Jocotoco y American Bird Conservancy.
Mesa se encargó del trabajo con cuatro comunidades que sembraron 20 000 plantas. Ahora es la coordinadora de Proyectos en Tesoro Escondido y se esfuerza por transmitir su mensaje mediante la educación ambiental en la zona.
En otra provincia de la Costa ecuatoriana se encuentra Desiree García. Esta ingeniera ambiental se enfoca en proyectos de reforestación en Manabí como parte de las actividades de la Alianza Global por el Clima, que fundó en 2020.
García cuenta que han realizado proyectos de siembra de especies nativas en el cerro Jaboncillo y en las colinas que rodean a Portoviejo. Con esto también se evita que las lluvias causen deslaves.
Otro de los enfoques es la reforestación del mangle en la zona de La Boca de Crucita, que está afectado por las actividades pesqueras. Esta joven explica que, gracias a estas acciones, las personas de la zona cada vez se interesan más por la conservación.
Con el fin de involucrar a los jóvenes en temas ambientales, en 2018 se creó en Loja el Club Ecolíderes La Cascarilla. Carla Balcazar, una de las fundadores y ahora voluntaria, cuenta que este se formó para agrupar a los estudiantes de dos universidades de la zona.
En 2019, este grupo realizó una megarreforestación en las áreas verdes de Loja y a lo largo de los ríos Malacatos y Zamora. En Finca Fina sembraron unas 2 500 plantas.
“Cuando era pequeña veía la contaminación en los ríos y me preguntaba por qué hacemos eso”, dice Balcazar. Por eso, busca que las personas comprendan la importancia de usar adecuadamente los recursos naturales.
Mónica Barriga, cofundadora de Restaurando Ando, también promueve la restauración de los ecosistemas. Durante el 2020 llevó a cabo este proyecto en un barrio de Quito. Tras ganar recursos del Fondo Ambiental, junto con Liliana Jaramillo, empezó este trabajo para involucrar a los habitantes del barrio La Josefina en el cuidado de sus zonas verdes.
Mediante esta iniciativa se logró la remoción de escombros y la restauración de la quebrada que antes se utilizaba como escombrera. También se construyeron 15 jardines de lluvia y se sembraron más de
4 000 plantas nativas con la finalidad de que este espacio recupere su esplendor.