El estudio de trabajo de Vilma Vargas tiene un gran ventanal que limita con el jardín de su casa y un árbol de yagual (polylepis). Hasta el huerto suelen llegar colibríes. Esa es el ave que la muralista plasma en sus obras, a más de los temas religiosos.
Su vinculación con el arte lo lleva en la sangre. Su padre, Ángel Vargas, es uno de los más importantes muralistas de Riobamba. Ella complementó su gusto con la pintura con estudios de arquitectura en la Pontificia Universidad Católica de Quito.
En su silencioso lugar de trabajo plasma los esquemas de los murales para instituciones públicas y propiedades privadas. Sus obras están dibujadas en azulejos y mosaicos. Tiene esbozos de murales para el interior y exterior de los hogares.
En sus obras para los murales coloca un químico fijador antes y después de pintar sus diseños. Para efectuar ese trabajo utiliza colorantes importados de España. Una vez terminado el dibujo sobre los azulejos, estos se introducen en un horno a 1 200 grados centígrados. Este proceso es similar si se trata de un azulejo o un mural de 2 m².
Una de sus principales obras está en el Colegio Santo Tomás Apóstol. Consta de dos murales de 5 m² cada uno. En el primero se diseñó a Jesucristo rodeado de los alumnos de esa institución; en el segundo consta Don Bosco, fundador de la comunidad salesiana con un grupo de estudiantes.
Al terminar el día, Vargas regresa a su casa ubicada en la vía a Chambo. En ese lugar cambia su actividad y se dedica a pintar cuadros al óleo. Esta es otra de sus pasiones. Con sus diseños ha participado en ocho muestras colectivas y seis individuales.
El crítico de arte, Franklin Cepeda, opina que la artista ha forjado una propuesta signada por la versatilidad y la permanente experimentación en temas, lenguajes y recursos.
Cepeda agrega que los primeros cuadros y murales de Vargas ya avizoraron la proyección de la artista para alcanzar logros cada vez más relevantes.
Otro conocedor del trabajo de Vargas es David Santillán. Él la califica como una artista multifacética y heredera de una rica actividad muralista.
Santillán resalta la faceta de Vargas como caricaturista. En este año, ella ganó el primer premio en un concurso humor gráfico en Puebla, México. En el 2001 ganó un certamen similar en San Antonio de los Baños, Cuba. Se suman dos participaciones en Quito y Riobamba.
El dicho ‘nadie es profeta en su tierra’ no le calza a Vargas. En la inauguración de su exposición, en una de las exclusivas salas que tiene Riobamba, las del Museo del Banco Central, esta muralista, arquitecta y pintora consiguió algo inusual en una ciudad donde las actividades culturales se cuentan con los dedos: convocar a 450 personas fascinadas por su trabajo y firmar autógrafos.