Comunidades festejaron el baile con la llama

Las mujeres de la comuna también se dedican a hilar en sus momentos libres. Fotos: Glenda Giacometti / EL COMERCIO

Las mujeres de la comuna también se dedican a hilar en sus momentos libres. Fotos: Glenda Giacometti / EL COMERCIO

Las mujeres de la comuna también se dedican a hilar en sus momentos libres. Fotos: Glenda Giacometti / EL COMERCIO

Al ritmo del pingullo comenzó la fiesta en la comunidad Rumipungo de la parroquia Guanujo, en Bolívar

Se trata de la celebración del Killa Raymi (preparación de la tierra y la semilla para la siembra), que concentró a los pobladores de las siete comunidades localizadas en las cercanías del nevado Chimborazo, en la vía Guaranda-Ambato.

A las 14:00 del domingo pasado, la fiesta estaba encendida. Erika Chacha, de 9 años, alumna de la Unidad Educativa Telmo Jiménez, con agilidad entonó ese instrumento musical andino y bailó al son de un sanjunito que ella misma interpretó.

La niña de cabellos largos vistió un anaco negro, una faja, una blusa color blanco con bordados hechos a mano, una bayeta morada y sombrero de paño blanco decorado con cintas negras. Acompañó a su tía María Chacha, de 60 años, quien arreaba a una llama disfrazada con un sombrero de cartón y papel brillante.

Era el tradicional baile de la llama (camélido andino), que los habitantes de este sector realizan en las fiestas especiales del pueblo. “Se trata de una fiesta tradicional de más de 150 años, consiste en disfrazar en forma elegante al camélido, es como un ritual de agradecimiento porque nos da la fibra, la carne y sirve para llevar carga”, cuenta María Chacha.

La mujer bebió un pilche lleno con chicha de maíz que le ayudó a recargar energías para continuar la fiesta.

Sus padres y abuelos -contó- también danzaban con las llamas en las fiestas. Esta vez el festejo se realizó en la cancha central de esa comunidad integrada por un puño de viviendas con paredes de ladrillo y techo de zinc o tejas.

Rosa Rochina, estudiosa de la cultura, explicó que el baile con la llama también se realiza en los matrimonios, en el Inti Raymi, las fiestas de San Pedro y San Pablo y en una forma de alejar los malos espíritus. “Cuando una persona está con malas energías, el animal sopla fuerte y se cura usando su fibra. Por eso los niños recién nacidos lo llevan en forma de trenza para evitar el malaire y los malos espíritus”.

Rochina aseguró que los pueblos andinos consumen la carne, que es sana porque no contiene grasa en abundancia, y la lana se usa para los tejidos y en la protección de una persona. “El baile con la llama en el Killa Raymi representa la fecundidad de la Pacha Mama (Madre Tierra) y la semilla”.

La fiesta es una tradición: la negra y el negro arrean a la llama y bailan al ritmo de un sanjuanito. Cerca de las 15:00 de ese día comenzaron a bailar delante del camélido. José y Manuel Bayas abrieron el desfile; Manuel estaba disfrazado de mujer y José llevaba un disfraz de curiquingue. Empezaron a bailar formando unos círcu­los en la cancha central.

José recordó que participa desde hace más de 30 años; sus padres le enseñaron de pequeños este ritmo, pero se lamenta porque no tiene un heredero.

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