Los virus y enfermedades reciben su nombre de acuerdo a parámetros que maneja la OMS. Foto: Freepik
El coronavirus que provocó una pandemia fue denominado SARS–CoV-2 por el Comité de Taxonomía de Virus (ICTV por sus siglas en inglés). Para colocarle un nombre, el ICTV tomó en consideración otros virus detectados anteriormente como son los SARS (Síndrome respiratorio agudo grave) que apareció en el 2002.
La categoría taxonómica CoV se refiere al coronavirus y fue llamado así por las extensiones que se encuentran sobresaliendo del núcleo que se parecen a una corona solar. Y el número dos fue otorgado porque se trata del segundo virus del tipo SARS.
Según publica Infobae en su portal, la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el 2015 elaboró un instructivo para nombrar a las enfermedades. Estos nombres no pueden contener sitios geográficos, nombres de personas, animales o platillos, tampoco se puede hacer referencia a culturas o industrias.
Para el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, la intención del instructivo es que los nombres de virus y enfermedades no sean estigmatizantes, ni inexactos.
Por otro lado, a las variantes de los virus se les coloca un nombre cuando estas coinciden con nuevos brotes y además se toma en consideración un cambio en su comportamiento. Eso ocurrió con la variante B.1.1.7 de Reino Unido que registra un mayor grado de trasmisibilidad o la que fue detectada en Sudáfrica B.1.351 que elude la respuesta inmune.
Además, el nombre permite darle seguimiento a la variante y estudiar. Oliver Pibus, biólogo evolutivo, docente de la Universidad de Oxford, señala que “no se puede rastrear algo que no se puede nombrar”. Es por eso necesario darles nombre a las variantes y enfermedades que surgen en el planeta.