Un ingeniero trabaja en el laboratorio general durante una visita a los medios de comunicación de una nueva fábrica construida para producir una vacuna contra el coronavirus covid-19 en Sinovac, una de las 11 empresas chinas aprobadas para realizar ensayos clínicos de posibles vacunas contra el coronavirus, en Beijing el 24 de septiembre de 2020. Foto: AFP
Decenas de miles de trabajadores que el gobierno chino considera esenciales recibieron dosis de vacunas para covid-19 que no han pasado todas las etapas de ensayos clínicos, asegura el New York Times en un artículo publicado el pasado 26 de septiembre de 2020.
Son, en su mayoría trabajadores públicos (profesores y funcionarios gubernamentales), pero también los trabajadores de la farmacéutica que desarrolló la vacuna, así como trabajadores de supermercados y personas que, por sus labores, deben viajar a lugares de alto riesgo de contagio.
El gobierno de ese país está administrando tres vacunas distintas a la población, sin que ninguna de estas haya pasado todas las etapas de ensayos clínicos. Es así el primer país que aplica una vacuna de manera generalizada, pues en ningún otro lugar del mundo han sido aprobadas para su uso de momento.
Estas tres vacunas que China ya aplica a su población están en fase 3. Sin embargo, todavía no han pasado esta última etapa, un requisito indispensable para su distribución generalizada. En esta etapa, ya se permite administrar dosis a personas de un grupo reducido, pero intercalando la administración de la vacuna con un grupo que recibe placebos. Esto es conocido como ensayos de doble ciego.
El principal riesgo de crear una vacuna no probada es generar una sensación de falsa confianza en la población. Esto podría dar paso a una nueva ola de contagios, explica el rotativo estadounidense.
Por otro lado, está la cuestión de si estos trabajadores dieron su consentimiento para recibir las dosis. No es un secreto que China tiene un largo prontuario de abusos a los derechos humanos, que incluyen la privación de libertad arbitraria y los trabajos forzosos para segmentos de la población, basados en razones étnicas.
Según el New York Times, los trabajadores fueron obligados a firmar un contrato de confidencialidad. Así, estas personas tienen prohibido hablar con los medios de comunicación.
“Me preocupa que a los empleados de las empresas les pueda ser difícil rehusarse”, aseguró al diario Kim Mulholland, un pediatra del Instituto de Investigación Infantil Murdoch en Melbourne, Australia. El médico ha estado involucrado en varios procesos de investigación para vacunas, incluida la del covid-19.
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