Los páramos de Pull Quishuar se regeneraron en dos años. Fotos: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
Los páramos de la comunidad Pull Quishuar lucen verdes y llenos de pajonales. Allí hay vertientes de agua y es el hogar de animales silvestres como conejos, lobos de páramo y curiquingues, y de un hato de alpacas.
“Venimos a verlas todos los días. Las llevamos a diferentes lugares del páramo”, cuenta Fabián Minagua, refiriéndose a las alpacas. Los hombres de la comunidad se turnan para vigilarlas en las montañas de Pull.
Antes de tenerlas, el agua de la zona estaba desapareciendo. Cada vez había menos vertientes y las familias de la comunidad no comprendían por qué el agua dejó de fluir.
Los técnicos del Gobierno Provincial de Chimborazo les explicaron que la gran cantidad de ganado vacuno y el avance de la frontera agrícola estaba destruyendo el páramo. Además, en el 2017 los incluyeron en el programa de crianza de alpacas.
“Las vacas tienen cascos duros que aplastan el colchón hídrico, y ya no vuelve a regenerarse”, explicó Carlos Chinlle, técnico de la Dirección de Gestión Ambiental de Chimborazo.
El daño que causaban los vacunos era severo. Las almohadillas de páramo, una planta similar a una esponja que retiene el agua y la libera por goteo, estaban desapareciendo. Además, la gente quemaba los pajonales y removía la tierra para sembrar pastos para alimentarlas.
Los camélidos, en cambio, tienen pezuñas con almohadillas que no dañan el páramo. Estos animales son endémicos de la zona andina y se alimentan principalmente de paja, por la forma de su mordida no estropean la planta al alimentarse.
Otra ventaja es que su fibra es una de las seis más codiciadas en el mundo por su textura fina, y la demanda aún es insuficiente. Un vellón puede venderse hasta por USD 24 dólares, mientras que un vellón de borrego cuesta USD 0,50.
Las alpacas son de raza huancaya, originaria de Perú.
En noviembre del 2017, la directiva de la comunidad firmó un compromiso para reemplazar el ganado vacuno por camélidos, también se comprometieron a cuidar el páramo, a no quemar pajonales y a cercar las áreas protegidas para evitar el avance de la frontera agrícola.
A cambio, el Gobierno Provincial les entregó ejemplares de raza mejorada, también les capacitó y a mediano plazo les ayudará a comercializar las fibras. La meta es generar ingresos económicos para mejorar la calidad de vida de la gente y al mismo tiempo cuidar el delicado ecosistema de páramo.
Ahora la comunidad solo tiene 10 ejemplares, pero pronto nacerán nuevas crías. Además, debido a que cumplieron con sus compromisos, el Gobierno Provincial les entregará más alpacas este año.
“En Chimborazo tenemos más de 400 alpacas que benefician a unas 1 000 personas de nueve comunidades. El objetivo para este año es incrementar el número e iniciar con la comercialización”, dice Chinlle.
Los cambios en el páramo fueron inmediatos. Lo primero que notaron los comuneros fue que el agua empezó a fluir otra vez de las vertientes. También se regeneró la cubierta vegetal.
“A pesar de que no ha llovido, el caudal se ha mantenido. Ahora incluso tenemos un reservorio para ahorrar agua”, cuenta Francisco Minagua.