El más grande legado de una mujer como Celia Zaldumbide Rosales no se limita al patrimonio que logró recolectar en 87 años de vida (más de 8 000 discos, una biblioteca personal con 2 000 tomos, colecciones de arte precolombino, etc.). Sus amigos, sus estudiantes, sus allegados reconocen en ella a la mujer que cultivó con tesón la cultura artística ecuatoriana, teniendo como una de sus prioridades a la música académica.
De Celia Zaldumbide se sabe poco. Y esta situación es producto de un deseo propio de la pianista de vivir con un perfil bajo.
A lo mucho se conoce que fue hija del escritor y diplomático Gonzalo Zaldumbide y de la también pianista Isabel Rosales; que a pesar de haber nacido en Francia fue inscrita como ecuatoriana, ya que su alumbramiento se dio en la Embajada del Ecuador en ese país; que su vida la transitó entre Europa y América; que dirigió la hacienda de Pimán, escenario de la novela ‘Égloga Trágica’, escrita por su padre; que en los años 70 fue presidenta de la Orquesta Sinfónica Nacional; y que a finales de los años 80 creó la Fundación Zaldumbide Rosales.
Sin embargo, hay una historia no contada de una de las mujeres fundamentales para el arte del país. Detalles que han escapado a los relatos historiográficos, pero que tras su muerte se dan a conocer gracias a quienes convivieron con ella a lo largo del tiempo.
Una de esas voces es la de Boris Cepeda, pianista ecuatoriano residente en Alemania. A pesar de que muchos lo han ligado a Celia como su maestra, él dice que esta experiencia no duró más de 10 minutos. Sin embargo, su trabajo en el campo de la música le permitió, en la adolescencia, gozar de educación de primera en la fundación que ella había creado en memoria de su madre (institución que se convertiría en el primer escenario de una experiencia musical más grande e intensa).
Y es que muchos quienes fueron formados en la Fundación Zaldumbide Rosales vieron a esta institución como la antesala para su éxito internacional. Trotamundos, la vida de Celia tuvo como escenario principal a Europa, sobre todo Francia. Esto la formó como una persona analítica capaz de entender que la experiencia en el exterior forma mejores músicos. Es por ello que en más de una ocasión becó a los alumnos con la finalidad de que adquirieran un conocimiento más universal.
Pero ella no solo pensó en el extranjero como el único escenario para la música. Durante la segunda mitad del siglo XX, y hasta la actualidad, su labor se vio enfocada en traer a músicos al Ecuador. Su casa, tal vez uno de los lugares más entrañables de la memoria musical ecuatoriana, fue el espacio para las ‘master classes’ que organizaba regularmente.
Incluso cuando su labor esté relacionada directamente con el trabajo musical (que se comprueba en obras como la Casa de la Música, de la cual fue una de sus fundadoras), la arqueología fue otro de sus frentes. Sobre este punto, el historiador Jorge Moreno señala que durante los años de fuga de patrimonio precolombino del país, Celia Zaldumbide se dedicó a comprar esos objetos para mantenerlos en el Ecuador.
Uno de los capítulos más interesantes de la pianista se refiere a los años en Francia. A unas pocas cuadras de la Torre Eiffel se encuentra su departamento, lugar no solo para su estadía, sino el hogar para músicos ecuatorianos que estaban estudiando en Europa. Andrés Torres, pianista y uno de los alumnos más cercanos a Celia, recuerda que en este espacio ella acogía a todos quienes necesitaban ayuda mientras estudiaban sus carreras musicales.
Al hablar de este departamento, María Victoria Páez, amiga de Celia, recuerda varias anécdotas que escuchó de ella. Entre estas, su relación con los cómics. “Celia contaba que de niña leía ‘Tarzán’, pero fue su padre quien un día le abrió las puertas de su biblioteca. Desde entonces ella entendió que la autoformación era parte de la vida”. Y así lo hizo.
En contexto
Celia Zaldumbide Rosales murió el pasado fin de semana a los 87 años; sus restos reposarán en el cementerio de El Batán. La Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador le rendirá un homenaje mañana en la iglesia de La Compañía, a las 19:00.