El carnaval de la ‘loca’ es también contrapoder

Este personaje homosexual es protagonista de relatos literarios, donde su desmesura se convierte en metáfora de disidencia.

Dentro de las páginas de lo que ha dado por llamarse literatura gay, existe una línea de textos que se diferencia de la general por la presencia de un personaje: ‘la loca’; los mismos autores lo han bautizado así, sin aspavientos ni el vocabulario de neologismos correctos.
Este personaje responde al constructo social de un individuo que sugiere por su anatomía un hombre, pero que en lenguaje y gesto señala un comportamiento femenino. En unos casos es el travesti, en otros no; hay veces que busca cambiar su género, en otras persiste.
Se lo identifica por la desmesura y el tremendismo, por un divismo deudor de los clásicos del cine y la canción, por un aire nocturno, entre el carnaval y el fatalismo. Deambula entre la unión sexual y el amor platónico; pero en el plano político no es -para nada- incierto.
‘Tengo miedo torero’, de Pedro Lemebel; ‘El color del verano’ y otros de Reinaldo Arenas; ‘Fumando espero’, de Jorge Ángel Pérez, son algunos libros que se inscriben en este orden. Son libros herencia de títulos claves de Latinoamérica: ‘Cobra’, de Severo Sarduy, ‘El beso de la mujer araña’, de Manuel Puig, ‘El lugar sin límites’, de José Donoso.
Son, también, textos donde se evidencia el legado del barroquismo, tanto en la construcción de sus personajes, como en el fraseo que da forma a los diálogos o a la narración. En relación al personaje se ve en ellos a un actor que se interpreta a sí mismo, que adopta un habla artificial y cuya presencia insiste en el maquillaje.
Sin embargo, ocurre que no es el personaje el que se mimetiza en el espacio, sino que son las atmósferas las que hacen de camaleones sobre ese ser. Las calles y las barriadas a las que se pertenece la ‘loca’ son, en esencia, un carnaval, a pesar de las regulaciones en el orden social. Con ese paralelismo entre ambiente y personaje, el segundo llega a mostrarse ejemplar en un mundo estrambótico.
Estas ‘locas’ practican una militancia comprometida, lo cual sugiere a un individuo combativo (o metafóricamente combativo) en dos frentes políticos: el ideológico -que las ubica en contra de poderes totalitarios- y el de identidad sexual, desde el cual enfrentan el androcentrismo o las dicotomías impuestas desde la hegemonía. Son la disidencia, la marginalidad, el exilio que pintan de ‘rouge’ a la sociedad, a los militares, a los dictadores.
Otra curiosidad que se despega de la personalidad de diva fatalista que dotan los autores a sus protagonistas se revela desde las citas a la música de romance y melancolía. Ejemplo, los títulos de las novelas: ‘Tengo miedo torero’ es la línea de posadoble de Sara Montiel; ‘Fumando espero’ imita al tango así titulado; ‘De donde son los cantantes’ (Sarduy) se arranca del Son de la loma.
En el apelativo de estos personajes prima el apodo, como otra forma de maquillaje contrapoder. Para Lemebel será La Loca del Frente; para Eduardo Adams, Reina (en el cuento ‘La Venus impropia’); para Jorge Ángel Pérez serán la Mácula y la Fécula que revolotean alrededor de Madame Pompadour, que es ese Virgilio Piñeira de ficción de ‘Fumando espero’.
En el índice de nombres deben constar los ‘pájaros’ que piropean a los negros del mar de La Habana en ‘El color del verano’. La Reina, la Mayoya, la Duquesa, la Triplefea, la Supersatánica viven la fiesta desde su marginalidad y desde allí señalan también a Fifo, el dictador ya viejo y enloquecido que ha hecho de la isla una cárcel.
Las obras
Título: ‘Tengo miedo torero’
Autor: Pedro Lemebel
Editorial: Anagrama
País:Chile
Año:2001
Título: ‘El color del verano’
Autor: Reinaldo Arenas
Editorial: Tusquets
País: Cuba
Año: 1999
Título: ‘Fumando espero’
Autor: Jorge Ángel Pérez
Editorial: Matanzas
País: Cuba
Año: 2012
Título:
‘Cuerpo adentro’
Autor: Raúl Serrano
Editorial: Ministerio de Cultura
País: Ecuador
Año: 2013