Una bandera de Ecuador cubre el féretro que contiene los restos del obispo Cuero y Caicedo, primer presidente del Estado de Quito, homenajeado en el Maac de Guayaquil. Foto: Wladimir Torres / EL COMERCIO
Como un homenaje a la vida, lucha y entrega del obispo José Cuero y Caicedo (Cali, 1735- Lima, 1815), primer presidente del Estado de Quito, el Ministerio de Cultura abrió la mañana de hoy martes 28 de junio una capilla ardiente tras 200 años de su fallecimiento en el destierro.
Una capilla fue levantada en honor al prócer de la independencia en el recibidor del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (Maac) de Guayaquil, donde permanecerán los restos hasta el próximo 31 de julio. Luego serán trasladados a Quito.
Al frente del Estado de Quito, el obispo convocó en 1812 un Congreso que redactó la primera constitución ecuatoriana, que establecía estamentos enmarcados en un modelo republicano independiente, con separación de poderes.
“El obispo Cuero y Caicedo fue a la larga como el primer Presidente del Ecuador, presidió una junta de gobierno, que luego fue perseguida y sus integrantes apresados”, indicó Esteban Delgado, titular de la Dirección Cultural Guayaquil. Sin embargo, la idea del Ecuador como tal solo existió hasta 1830, tras la separación de la Gran Colombia.
El pasado marzo el Buque Escuela Guayas trajo los restos encontrados en Lima (Perú). “La idea es rendirle un homenaje que va a terminar en la ciudad de Quito con una serie de actividades entre finales de julio y comienzos de agosto. Los restos van a reposar en la catedral de Quito junto al Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre”.
El féretro sencillo del prelado es cubierto por una bandera del Ecuador, franqueado banderas del país y de Guayaquil. La exposición del Maac incluye una pantalla táctil donde se puede revisar el contenido del libro ‘Bicentenario de la muerte del obispo Cuero y Caicedo, presidente del Estado de Quito 1811-1812’, una relación de los meritos y circunstancias del prócer de la emancipación.
El documento de 114 páginas incluye los pergaminos escaneados y la trascripción de la Constitución de 1812, además de la proclama del Obispo de Quito y Presidente de la Junta de Gobierno y una biografía.
El prelado había repudiado la matanza ocurrida el 2 de agosto de 1810 y ejerció presión para que las tropas implicadas en los crímenes abandonen la ciudad. Luego sería presidente del Estado de Quito entre 1811 y 1812, hasta que tropas leales a la corona española avanzaron desde Perú y retomaron la ciudad, ante la resistencia del pueblo quiteño, a la que llamó el obispo presidente.
Tras la derrota, el Presidente encabezó la emigración de sus adeptos hacia el norte del país, perseguido por las fuerzas de Toribio Montes, hasta la derrota final ocurrida en Ibarra, el 1 de diciembre de 1812. Finalmente fue apresado y desterrado a España, donde debía ser juzgado por el propio Rey dadas sus investiduras.
Fue conducido previamente a Lima donde murió de una bronconeumonía en el Hospital San Andrés, el 10 de diciembre de 1815. Los restos estuvieron perdidos por más de un siglo hasta que en 1937 el historiador José de la Riva-Agüero y Osma los ubicó en una cripta del Hospital.